Qué sería de nosotros
Sí, en estos días de claustrofobia domiciliaria impuesta por una realidad letal del mal bicho que ataca a todos, aunque algunos insensatos piensen todavía que no es así, hay que tener muy presentes en justicia a todos esos ciudadanos que solidariamente están trabajando a destajo por los demás aún a riesgo de ser víctimas de la pandemia que asola al mundo
Sí, en estos días de claustrofobia domiciliaria impuesta por una realidad letal del mal bicho que ataca a todos, aunque algunos insensatos piensen todavía que ... no es así, hay que tener muy presentes en justicia a todos esos ciudadanos que solidariamente están trabajando a destajo por los demás aún a riesgo de ser víctimas de la pandemia que asola al mundo.
Periodismo y compromiso
Me refiero, especialmente, a los profesionales sanitarios que están situados en la primera línea de peligro, en centros u hospitales, en la mayoría de los casos sin material adecuado para hacer frente a los remedios médicos precisos para salvar vidas de ciudadanos infectados por el virus. ¿Qué sería de nosotros, sin ellos?
No es suficiente que todas las tardes, confinados en nuestros domicilios, nos asomemos a los balcones de nuestras casas para aplaudir y cantar 'Resistiré', en homenaje y como gesto de gratitud para todas las mujeres y hombres que están en los hospitales; en la calle para hacer cumplir las recomendaciones del estado de alerta y el orden público; a los que producen, distribuyen o venden alimentos de primera necesidad; también a muchos funcionarios y trabajadores, como la incansable familia periodística que no ha alterado su vida laboral, como si no fuera con ellos la presencia del inesperado agresor.
Eso es tan emotivo como admirable, y no exento de riesgo. Pues bien, ese riesgo se acrecienta en la excelente raza de la sanidad pública y privada que no ceja en el cumplimiento de su responsabilidad, sin determinado horario, pese a las limitaciones, ausencia del material y las preocupantes cifras de contagiados.
Deberían las autoridades preocuparse y ocuparse de lo esencial, más que de lo gestual. Repito, no se puede ir a la guerra sin armamento porque, al final, así nos vencerá el enemigo.
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