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A punto del estallido

Editorial ·

La ejecución del general iraní Suleimani por orden de Trump dispara la tensión en la zona y envalentona al régimen de los ayatolás

Lunes, 6 de enero 2020, 22:24

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La operación ordenada por Donald Trump por la que el Ejército de Estados Unidos ejecutó en Bagdad el pasado día 3 al siniestro general iraní ... Qasem Suleimani y a su principal colaborador en Irak Abu Mahdi al Muhandis ha colocado al borde de la explosión el polvorín de Oriente Próximo. La temeraria acción militar, que amenaza con desestabilizar la geopolítica mundial, ha hecho añicos los restos del tratado de desarme nuclear de Irán –que ya había abandonado EE UU– y dado alas a un posible conflicto armado. Teherán ha anunciado una «venganza severa» a una agresión que, en la práctica, constituye una declaración de guerra. El clima de extrema tensión alentado por el furor belicista de Trump quedó de manifiesto en la multitudinaria movilización en la que se convirtió ayer el funeral por el jefe de los comandos especiales de la república islámica, despedido como un héroe nacional. Los cientos de miles de personas que tomaron las calles de Teherán, encabezadas por los principales responsables del Estado, constituyen una exhibición de fuerza del régimen de los ayatolás, mientras este prepara su particular respuesta, y alienta a los más duros del sistema. Los precarios equilibrios en una zona extremadamente convulsa se resienten de la operación de Washington, cuya justificación ha sido cuestionada por la relatora especial de la ONU sobre Ejecuciones Extrajudiciales. Agnes Callamard considera que no había evidencias de que la muerte del general iraní sirviera para impedir una agresión, como ha alegado Trump. Los demócratas acusan al presidente de utilizar la política exterior para distraer a la opinión pública del 'impeachment' al que está siendo sometido y allanar su reelección. El Gobierno y el Parlamento de Irak, presionados por los chiíes proiraníes, han exigido la salida del país de las tropas extranjeras –entre las que hay militares y guardias civiles españoles–, que acudieron a Irak en 2014, con el ISIS a las puertas de Bagdad, a requerimiento del Gobierno del país. No está claro que la exigencia de salida se cumpla –la decisión parlamentaria fue tomada sin quórum y en ausencia de los diputados no chiíes–, pero en todo caso los países presentes actuarán «conjuntamente» y en coordinación con la OTAN. La crítica situación aconseja prudencia para apagar los fuegos. Es evidente que no todos los actores están trabajando para sofocar el incendio.

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