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JOSÉ IBARROLA
La promocióndel sufrimiento

La promocióndel sufrimiento

Millones de niños y niñas viven en estos momentos en campos de refugiados. Una generación que pagará las consecuencias de lo que hicieron sus mayores

mercè rivas

Miércoles, 3 de abril 2019, 00:12

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¿Alguien se ha parado a pensar que pasará dentro de 15 o 20 años cuando esos niños que malviven en estos momentos, sean adultos y tengan protagonismo en la sociedad en donde vivan?

Están en todas partes. Unos son del Congo, otros hijos de los terroristas del Estado Islámico o quizás rohinyá, o tibetanos, afganos, venezolanos o salvadoreños. Da lo mismo. Son niños y niñas que van a recibir una educación muy precaria, que están acostumbrados a sobrevivir a la miseria, que no van a tener grandes estudios pero que aun así, cuando tengan 25 o 30 años, serán protagonistas de la sociedad.

¿Nos hemos parado a pensar cómo se sienten estos niños que vienen de Siria, del África subsahariana o de cualquier otro lugar? Están indefensos, no tienen en quién apoyarse, no saben a quién acudir. Creo que todo aquel que se pare a pensar sentirá por lo menos un segundo de angustia, de conmoción, de responsabilidad aunque sea indirecta.

Y me pregunto cómo serán estos niños de mayores. ¿Rencorosos con el mundo, insociables, tristes o serán capaces de crearse una vida, nos perdonarán?

Ante esta pregunta alguien nos puede decir que ha habido refugiados ilustres desde Einstein a Isabel Allende. Pero no nos engañemos, los famosos son la minoría.

Hablamos de millones de jóvenes que, aunque los veamos desde el televisor de casa relajadamente, podrían ser nuestros hijos o nietos.

El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) estima que actualmente hay en el mundo 25,4 millones de refugiados –incluidos 5,4 millones de refugiados palestinos–, 40 millones de desplazados internos y 3,1 millones de solicitantes de asilo. En total, estamos hablando de más de 68 millones de personas. La cifra es espectacular teniendo en cuenta que normalmente las cifras reales superan a las oficiales. Más del 50% son niños.

La educación y acceso a agua son las prioridades de las ONGs pero, a pesar de los esfuerzos de muchos profesionales, voluntarios y organizaciones, estos niños siguen viviendo en precario.

Muchos de ellos huyen de sus países solos, sin familiares. En el caso de Siria, Unicef habla del 10%. Pero la verdad es que las cifran cuando llegan a estos límites ya no importan.

No son números, son seres humanos. Son niños y niñas que han perdido a las personas que querían. La mayor parte de sus familiares y amigos han muerto y tienen miedo de ser los siguientes. Saben que quedarse es más peligroso que huir. «Mientras las bombas sigan cayendo en calles, colegios y casas, la opción de la huida seguirá siendo la más segura para los niños» afirma Unicef. Quizás sí pero la alternativa es muy dura y no sabemos qué es peor: huir o que te detengan grupos armados, te den un fusil y te capten como niños soldado. Los niños para matar y las niñas para abusar de ellas.

Algunos de ellos tendrán la suerte de ser acogidos por países u ONGs que los protejan, otros pueden caer en manos de traficantes de niños.

«Un bebé recién nacido en el mercado negro cada día tiene más valor debido a que son ofrecidos a las parejas que desean adoptar niños y esta manera ilegal puede resultarles más rápida y efectiva», así lo señala el delegado estatal de la Fundación de Investigación de Niños Robados y Desaparecidos de México, Víctor A. Gutiérrez.

El precio de un bebé es de dos millones de pesos mexicanos o sea 93.357 euros.

Al menos 10.000 niños que viajaban solos desde Siria en el año 2016 habrían desaparecido nada más llegar a Europa, según estimaciones de la Europol.

La mitad del total de niños desaparecidos, que sí fueron registrados al entrar a Europa, se pierde en Italia, donde al menos 5.000 menores no acompañados escaparon de la supervisión de las autoridades y quedaron a merced de una «infraestructura criminal paneuropea», relativamente nueva y enormemente sofisticada que ha fijado su objetivo en los refugiados. Otros 1.000 menores habrían desaparecido en Suecia.

Alguna de estas organizaciones criminales fueron creadas a los 18 meses de comenzar la guerra en Siria y tendría sus epicentros en Alemania y Hungría, país que sirvió como centro de tránsito desde donde las redes de trata humana reciben a los menores procedentes de Italia y Suecia y los distribuyen por el resto del continente, según la Europol.

El precio de un bebé aumenta en Europa respecto a la cifra mencionada de México (93.000 euros) y baja según el continente. En Benín (África) más de 40.000 menores son vendidos cada año en este país donde se puede comprar un niño por solo 30 euros.

Desolador.

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