Un profesorado harto
Puerta Purchena ·
«(El profesorado debe diseñar) unos protocolos para los que no están preparados, no solo para elaborarlos, tampoco para asumir una responsabilidad que es competencia de la administración»Ángel Iturbide
Almería
Lunes, 10 de agosto 2020, 00:11
Apenas falta un mes para que los más pequeños vuelvan a llenar, en parte, las aulas de los colegios de la región y me da ... la sensación de que no solo no hemos avanzado nada de cara a esa 'fatídica' fecha sino que, por el contrario, hemos retrocedido. Tenemos una administración que hoy dará a conocer qué medidas se han habilitado para que la vuelta a las clases sean seguras. Medidas que se han venido anunciando poco a poco, pero que, me da la sensación, no han servido nada más que para que los administradores se pongan medallas. Porque en el otro lado de la balanza tenemos una comunidad docente cabreada, unos alumnos que están deseando volver a estar con sus amigos pero que no saben cómo va a ser esta vuelta y unos padres atemorizados que no saben qué hacer, es decir, se debaten entre enviar a sus hijos a clase o mantenerlos en casa, lo que supone montar una infraestructura doméstica de la que carecen para que sus vástagos no estén solos mientras ellos van a trabajar. Porque son muchos padres los que no lo tienen nada claro, porque tampoco la administración ha hecho nada por mandar un mensaje fiable a la sociedad. Yluego están los profesores que no saben a qué atenerse. Yen una situación trágica y desesperante, diría yo, los profesores que tienen responsabilidades organizativas a los que les ha caído la desgracia de tener que elaborar todos los protocolos de actuación y seguridad en la vuelta al cole. Cosas como organizar la entrada y la salida de los niños; la ubicación de los vehículos en los que los padres llevan a sus hijos; las medidas de higiene y prevención cuando los niños llegan a clase y dentro de ella; las medidas a tomar para que los niños guarden la distancia marcada; la actuación en caso de que se produzca un positivo en un niño y no vayan el resto a continuación... y supongo yo que otras muchas cosas. Unos protocolos para los que no están preparados, no solo para elaborarlos, tampoco para asumir una responsabilidad que es competencia de la administración, pero que ésta ha dado un paso al lado. ¡Que dejen en paz a los maestros que bastante tienen con enseñar, educar y formar a nuestros hijos! Se supone que hay empresas dedicadas a estos menesteres y que funcionan perfectamente para la actividad privada, pero que en la pública no parecen tener sitio. La Consejería de Educación de Javier Imbroda no ha hecho sino repetir que la vuelta al colegio será sí o sí (que se dice ahora) y a partir de ahí desapareció dejando la patata caliente a un profesorado harto, temeroso y desesperado que ya ha empezado a presentar dimisiones. De todas maneras, no tengo yo muy claro esto de que se vuelva a clase el 10 de septiembre a la vista de los resultados de las dos últimas semanas en la propagación de los contagios. O a la vista de lo que ocurre fuera como en Alemania que a los cinco días de abrir las aulas dos colegios tuvieron que volver a cerrar.
Porque la situación, aunque el Gobierno andaluz diga que está controlada y que no presenta ningún riesgo, parece complicada. No tengo yo conocimientos epidemiológicos como para discutir esa afirmación, pero mi intuición por lo que veo en la calle y por los datos estadísticos que se están dando me dice que no lo tengo tan claro. Además de que los infectados están aumentando entre los jóvenes, ayer publicábamos que los contagios en menores de 14 años se han cuadruplicado y una buena parte de ellos son asintomáticos, lo que me lleva a echarme a temblar y a estremecerme cuando la respuesta del Gobierno andaluz es de que estamos bien, tan bien que el 10 de septiembre abriremos las aulas. Para mí que la ignorancia y el no saber hacer frente a esta pandemia nos está llevando a jugar a una especie de ruleta rusa en la que la salvación colectiva está en que el azar no detenga el tambor justo donde está la bala.
Ruleta rusa como la que se podía ver en la fotografía de Carlos Barba de la agencia EFE que el sábado ilustraba la portada de este periódico. En la misma se veía la playa de San Miguel en El Zapillo con cientos de personas en la arena y en el agua sin mascarillas, sin distancia entre unos y otros y disfrutando como si aquí no pasara nada. A la vista de la imagen cabe preguntarse por la eficacia de los 'vigilantes de la playa' que la Junta de Andalucía puso en escena con tambores y cornetas de los que tampoco se sabe nada. Cómo sería la fotografía que el mismo sábado desde el Ayuntamiento de Almería y por iniciativa propia se envío un comunicado (con dos fotografías en las que se podían ver a dos policías locales en el Paseo Marítimo), en el que se defendía su actuación y el control que se está realizando en la playa. Apuntaba, además, que en tres semanas (en una población de 200.000 habitantes) había puesto más de 120 sanciones por no llevar mascarillas o no guardar la distancia de seguridad. Para ese viaje no hacían falta alforjas.
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