No siempre tenemos la ocasión de celebrar que somos los primeros. Y no hablo de fútbol. Menos aún se nos presenta la oportunidad de aplaudir ... a nuestros representantes públicos por haberlo logrado. Pero las cosas son como son y, así como no me callo cuando tengo que criticar algo, es de justicia ponderar debidamente lo que se hace bien. Y más si, como en este caso, se refiere a actuaciones que repercuten en el bienestar de las personas que más lo necesitan.
Vamos al grano: los servicios sociales en la ciudad de Almería están a la cabeza en inversión en toda España. No lo digo yo; lo asegura Hacienda, y yo lo he sabido a través de este periódico. Para llegar a esa conclusión, el departamento correspondiente ha analizado los datos de más de cuatrocientos ayuntamientos cuya población sobrepasa los veinte mil habitantes. Cabría en este caso analizar quienes son los partidos que rigen esos ayuntamientos, pero no es el lugar. Lo que sí puedo añadir es que, como asegura el refrán, una cosa es predicar y otra es dar trigo. Y, a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga, que también se dice.
Por entrar en el detalle: se ha difundido que el ayuntamiento de la capital ha dedicado a políticas sociales –desde el inicio de la pandemia– un millón, doscientos mil euros. Las actuaciones entre las que se ha repartido el dinero se refieren a la acogida a personas sin hogar, a ayudas de emergencia a las familias y a colaborar con otras administraciones de la Junta en asuntos como reparto de alimentos.
Yo no sé si a usted le pasa como a mí, que, cuando se habla de millones de euros, se pierde. Así que le traslado otro dato que también se ha dado a conocer: el de Almería es uno de los ayuntamientos que ha destinado, en un año, más de cien euros por habitante a servicios sociales y a promoción social.
Así que somos los primeros en inversión en este concepto, por delante de municipios como Cádiz, Huelva, Zaragoza o Barcelona. Por citar algunos. Aunque otros nos adelantan en la sensibilidad respecto a los servicios sociales, ya que catorce aumentaron más la inversión con esa finalidad. Si no entiendo mal el dato, ello significa que partíamos de una posición más adelantada que los demás.
En cuanto al futuro inmediato, nuestro ayuntamiento tiene presupuestado dedicar el trece por ciento de su presupuesto global a mejorar la vida de los colectivos más vulnerables. Y aquí, me declaro insolvente para valorar si ese porcentaje es el adecuado.
Es una satisfacción para mí saber que el Ayuntamiento de Almería, con el que colaboro involuntariamente con los tributos que me impone, dedica una buena cantidad a las personas que más lo necesitan. Y que se distinga en el contexto nacional por este criterio me compensa bastante del doloroso trance que siempre supone abonar las cantidades exigidas. No estaría mal, por ejemplo, que, en los recibos de la contribución –ya sé que tiene otro nombre, pero para entendernos–, figurara una nota indicando qué porcentaje de los mismos va destinado a ayudas sociales. Tal vez eso hiciera que se aceptara de mejor grado el pago de los impuestos. Pero hoy lo que hay que celebrar es que somos los primeros en algo. Por esta vez, el Ayuntamiento se merece un aplauso. No seré yo el que se lo niegue.
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