Tras lo ocurrido en la segunda investidura fallida del día 25, se han evidenciado, con gran claridad, las posturas y actitudes que cada partido político ... ha mantenido en este proceso, aunque, por lo que al PSOE respecta, no nos vamos a cansar de reclamar responsabilidad, altura de miras y sensatez a todas las fuerzas políticas para romper el bloqueo y que España pueda tener ya un gobierno, presidido por Pedro Sánchez, como respuesta a la voluntad mayoritaria de la ciudadanía, que habló en las urnas el pasado 28 de abril o incluso el 26 de mayo. Por lo tanto, vamos a seguir exigiendo a Unidas Podemos, PP y Cs, como creemos que quiere la mayoría de ciudadanos, que no bloqueen más la investidura, para que España pueda tener un gobierno cuanto antes.
Desde el primer momento, a la derecha se le ofreció que diera un paso de responsabilidad y facilitara un gobierno progresista que no dependiera de las formaciones independentistas, para que su voto no fuera determinante. Sin embargo, vistos sus argumentos en los debates de investidura, la derecha perseguía otra cosa: poder acusar al presidente del Gobierno durante los cuatro próximos años de haber conseguido una investidura con peajes y condicionada por los partidos independentistas, abocando, con esta actitud irresponsable y guiada por intereses partidistas, a unas nuevas elecciones, ya que tampoco ellos pueden conformar ninguna alternativa.
Por eso el PSOE exploró la oportunidad de un gobierno progresista con Unidas Podemos, impulsando las negociaciones y acudiendo siempre a ellas con la máxima disponibilidad, humildad y compromiso con las personas y con el sentido de Estado que requiere la política española en estos momentos de incertidumbre. El objetivo era poder construir un único gobierno, con un único presidente y que tuviera el interés general como prioridad absoluta, frente a los que buscan obstruir y sacar rédito electoral de la inestabilidad que ellos mismos provocan.
Por eso nunca hubo problemas de programa que impidieran el acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos, no se vio ninguna discrepancia pública y además teníamos la base y la experiencia del acuerdo presupuestario que habíamos alcanzado ambas fuerzas previamente para que el país avanzara, priorizando a las personas y las políticas sociales. Por eso fuimos siempre propositivos, demostrando una clara voluntad de acuerdo y llegando más lejos de lo que había llegado ningún gobierno democrático para tener un gobierno de coalición de izquierdas, construido sobre políticas de Estado como la cooperación al desarrollo, la Agenda 2030, la pobreza infantil, la economía social, el reto demográfico, el apoyo a las universidades, la cultura, la ciencia y la agricultura, todas ellas políticas transversales que fueron rechazadas, una tras otra.
Nos encontramos, por el contrario, peticiones desmesuradas para asaltar el Gobierno, sin asumir el resultado electoral y el lugar como cuarta fuerza política que le dieron los ciudadanos. Quisieron forzar para controlar el 60% del gasto público de este país, junto a la exigencia de controlar los ingresos, los tributos, la inspección fiscal... buscando, más que entrar en un gobierno socialista, un gobierno hecho a su medida y paralelo. En este afán, llegaron a despreciar la posibilidad de tener ministerios sociales y responsabilidades a niveles de vicepresidencia, argumentando que se sentían humillados, con lo que demostraron, tristemente, tener una escasa generosidad con éste país y con los problemas que hay que abordar inmediatamente.
España necesita un gobierno de principios, que sea útil a los españoles, coherente, cohesionado, que genere confianza y estabilidad y que mire hacia delante, y no dos gobiernos en uno o un gobierno a cualquier precio. A partir de esta premisa, los partidos de la derecha y Unidas Podemos, después del daño a la credibilidad de las instituciones que han ocasionado, deberían asumir ya sus responsabilidades para desbloquear la investidura y evitar nuevas elecciones.
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