Poner la conciencia al día
La Carrera ·
Ante la sangrante realidad nos enzarzamos en la hispanas costumbres de la impostura, el mandoblazo y la puñalada traperaalfredo ybarra
Martes, 29 de septiembre 2020, 23:35
Estamos en una difícil encrucijada existencial en medio de una situación que escapa de toda lógica y lejos del sentido común que se debería aplicar. ... Además la pandemia ha sacado a pasear ese otro veneno, esa española perversidad, de la que hablaba el pasado domingo Antonio Muñoz Molina en un artículo muy comentado. Ante la sangrante realidad nos enzarzamos en la hispanas costumbres de la impostura, el mandoblazo y la puñalada trapera. Y estando la situación como está y la calle harta de los despropósitos de una gran parte de nuestra clase política enzarzada en sus desafíos y cuitas, que están muy lejos de ser prioritarias. Ante la herida sangrante discuten en vez de intentar cauterizarla. Y ahí están, ante la mirada irritada de la sociedad, en una mezcla de incompetencia, soberbia e intereses partidistas, donde sobresale la mediocridad de tantos líderes.
Y mientras, al otro lado ¿por qué hay tanta gente aborregada que entra en este juego perverso? La información sesgada, la crispación, el nerviosismo, el miedo, las emociones por encima de una razón cada vez más desactivada, se retroalimentan. Y las alambradas crecen. Ante todo esto ¿dónde hemos dejado la conciencia? La conciencia en su apreciación de conocimiento responsable y personal de algo determinado, como un deber o una situación. Es un sentido formado de lo que está bien y lo que está mal. Ya lo dijo Víctor Hugo: «La primera justicia es la conciencia». El término conciencia proviene del latín conscientia que significa «conocimiento compartido». Así que es algo más que el darse cuenta de un hecho o situación. A nivel personal es un autoconocimiento, algo que nos permite tomar decisiones acertadas, hacernos cargo de nuestros actos y responsabilizarnos de sus consecuencias. No hay nada más maravilloso y enigmático que el lenguaje y el discernimiento reflexivo por donde se expande ese otro universo paralelo y no menos misterioso de los símbolos, el arte y la creación en general, la espiritualidad, la ciencia, la filosofía... Ese ser consciente nos abre todo nuestro cosmos. Los expertos asocian la conciencia al encuentro con uno mismo y donde interiorizamos el acervo que hemos adquirido. La educación y la conciencia duermen en habitaciones contiguas. Como decía Karl Marx: «No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia». Y es que especialmente la conciencia es la potestad para tomar las riendas de nuestra existencia, para crear nuestro propio relato acerca de la misma. Y la conciencia es crítica para así ser creadores, exploradores, reivindicadores de otras perspectivas. La conciencia nos vacuna de ese virus que es el pensamiento único. Pero no somos nada sin un cruzar nuestros saberes, nuestra cultura y nuestro sentido ético. No somos nadie sin la trama tejida entre todos. Así que no dejemos la conciencia atrás en este tiempo tóxico. Con ella en las manos deberíamos de dar la vuelta a todo esto tomando conciencia de la auténtica realidad en la que estamos y pensar en los otros con el mismo interés y cuidado con que pensamos en nosotros mismos.
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