Los idus de marzo nos han proporcionado todo un espectáculo. Los gerifaltes habrán querido mostrar audacia y habilidad, pero les ha salido una bufonada. Esta ... sucesión de conspiraciones, censuras que terminan en fiasco, rupturas de gobiernos y conversión de un vicepresidente en candidato autonómico está en las antípodas de la política entendida como el «arte y actividad de gobernar un país». En el enredo no se detectan directrices programáticas o afanes de mejorar esto, sino jugarretas, zancadillas y algún narcisismo infantil.
Se habla de efecto mariposa a partir del intento de censura en Murcia, convertida de pronto en rompeolas de todas las Españas, capaz de provocar un tsunami incluso donde no hay mar, véase Madrid, con ramalazos en la Moncloa y en todo el sistema político. Para Ciudadanos y Podemos ya nada será igual y también los otros dos concursantes se la juegan. Vox saltaría de gozo si no fuera porque la última vuelta de tuerca (Iglesias contra Ayuso) le quita aire.
Esa imagen de caída de fichas del dominó ennoblece el suceso. En realidad, demuestra que vivimos un desequilibrio inestable. Ha bastado una torpeza algo más torpe de lo habitual para desmoronar en cuatro días el castillo de naipes. Ni siquiera ha sido por un error al querer mejorar la gestión de nuestra crítica situación. La pandemia, la quiebra económica y la lentísima marcha de las vacunas al parecer no cuentan para nuestros politiquitos, que se entretienen en operaciones de corto alcance sobre quién manda aquí y acullá.
De entrada, se les ocurre montar mociones de censura –un mecanismo excepcional– como un instrumento normal para hacerse con el poder. Será el instinto suicida de Ciudadanos o el cortoplacismo socialista (el poder a cualquier precio) pero el punto de partida murciano, seguramente urdido en la capital del reino, no hay por dónde pillarlo. Encima les sale el tiro por la culata, pues algunos censurantes cambian de bando sobre la marcha. Tampoco habían previsto la posibilidad de elecciones en Madrid, sin entrar en la fenomenal chapuza de querer impedirlas con más mociones de censura.
Se queja Ciudadanos de que sus militantes se pasan al PP, pero cabía suponer que los conocían bien, pues los pusieron en puestos de responsabilidad. O les daba igual su catadura o no tienen ni idea del material. 'Sic transit gloria mundi': parece imposible que un partido salga de tal cúmulo de despropósitos.
La traca final ha sido la presentación de Iglesias como candidato por Madrid, con la intención de seguir de vice otro mesecito, para aprovecharlo electoralmente.
Su saldo gubernamental no es para echar las campanas al vuelo, por lo que quizás él y los suyos se hayan despistado sobre su imagen actual. O lo fían todo a su capacidad encizañadora.
El politiqueo se han instalado en la vida pública y nos va enredando. No hay que cargar todas las culpas sobre los mandos. También está la ciudadanía, que vota sin tener en cuenta los criterios de capacidad, preparación y responsabilidad.
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