Podemos, susto o muerte
Puerta Real ·
No se dan cuenta de que, con tanta presión, lo único que puede suceder es que se convoquen unas nuevas elecciones allá por noviembre que los dejen a todos más descalabrados aún de lo que estánLo que está sucediendo en la España previa a este tórrido verano podría ser perfectamente un sainete de Arniches, con su poquito de chulería, su ... casticismo y su vulgaridad latente. Es evidente que la clase política que no ganó los comicios y que está a la izquierda (indudablemente, la derecha tiene poco que decir en esto) no están por la labor de ejercer de secundarios sin recibir algo a cambio y andan apretándole las clavijas al presidenciable, a ver si le sacan algún ministerio, en plan una limosnita por amor de Dios. Y no se dan cuenta de que, con tanta presión, lo único que puede suceder es que se convoquen unas nuevas elecciones allá por noviembre que los dejen a todos más descalabrados aún de lo que están, según aventuran los datos de la última encuesta del CIS de Tezanos, el único que acertó los resultados del 28-A.
Lo cual que muchos (y muchas) de Unidas-Podemos, que se las prometían felices pensando en una coalición de gobierno que le diera oxígeno para superar las secuelas del 28 de abril, se han percatado de que Pedro Sánchez, aparte de guapo, usa el cerebro y es consciente de que un bipartito con Pablo Iglesias como ministro (o un representante de su cuchipandi, tanto da) no le conviene a su imagen. Mayormente porque dos gallos no cupieron nunca en el mismo corral y, el gallo de la izquierda del momento está claro que es el líder socialista, merced a la fuerza que le dieron los votos.
Otra cosa bien distinta sería incorporar a independientes de la cuerda morada, gente con prestigio, pero eso no motiva demasiado a Iglesias que se ha plantado en el yo o nadie como fórmula para el consenso. A mí se me ocurren algunos nombres, empezando por Carmena o Errejón, dos defenestrados que Pablo ha ido dejando por el camino como las miguitas de pan de Pulgarcito, pero me temo que al príncipe podemita no le valga otra cara que no sea la que se refleja en su espejo cuando se acicala la coleta por las mañanas. Y por esa imposición no entra el mandamás de Ferraz, tan acostumbrado ya a salir victorioso en los trances más inverosímiles o rocambolescos que ha ido superando contra pronóstico en su carrera política. Por eso, a estas alturas de negociación en riguroso directo para toda la ciudadanía (porque aquí todo se dilucida ahora en twitter o entrevistas), aún se sigue deshojando la margarita de si habrá o no investidura. Pedro, después de volver de Bruselas con los deberes hechos, habiendo dejado colocado a Borrell como responsable de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, ha lanzado su órdago final y, aunque desde Unidas Podemos se hagan los dignos (y las dignas) afirmando que ellos son todos independientes, bien saben que el chico del PSOE no juega de farol. Lo cual que las dos posibilidades, investidura el 23 de julio o elecciones a primeros de noviembre, se les antojan a Iglesias, Montero y su corte de genuflexos como elegir entre susto o muerte porque el daño está garantizado. La cuestión es si, por estrategia, eligen perder, o bien perder más, constatando lo que ya saben muchos de sus votantes: que su grado de soberbia es tan sólo equiparable a la ambición descontrolada que los ha caracterizado en los últimos años.
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