Los que ya tenemos una edad podemos recordar los tiempos en que no había plásticos. Su aparición supuso una aportación importante a la sociedad y ... produjo el 'milagro' de elaborar todo tipo de objetos a un coste bajo. Lo que no podíamos sospechar era el daño que el uso indebido de los mismos iba a producir en nuestro medio ambiente. Y sobre todo en el mar, que está siendo un depósito fácil para todo tipo de desechos. Quizás lo peor de los plásticos es cuando dejan de verse: los microplásticos. Y es que entonces las partículas de este material se introducen en los peces, y de ellos pasan a nuestros estómagos. Pero antes han acabado con muchos animales marinos.
Por desgracia, en Almería donde tanto presumimos con razón de contar aún con muchas zonas de naturaleza paradisíaca, también es una tierra que contamina los mares. Por ejemplo, con los plásticos desprendidos de los invernaderos. Pero también por el descuido –mejor, la desconsideración– de los bañistas. Y no hablemos de la gran aportación que a esta degradación infame hacen nuestras ramblas, porque ramblas aquí tenemos unas pocas. Y, debido a la climatología, cuando el agua aparece, se lleva por delante todo lo que la irresponsabilidad de la gente abandona en sus cauces.
Gracias a Julio Valdivia he podido conocer detalles concretos de la desgracia que está afectando a nuestros mares más próximos. Por ejemplo, en la costa de Roquetas se han hallado 30 veces más microplásticos que en la isla de Cabrera. Y una cosa que llama la atención pero que es de pura lógica es que las zonas más alejadas de la población son las más contaminadas. La razón es sencilla: en los lugares habitados hay contenedores donde arrojar los desperdicios, en tanto que las costas de mayor atractivo carecen de ellos. A eso le añadimos la falta de educación de la gente y el resultado es el que es. Otro dato que nos acusa directamente a los humanos es el hecho de que la mayor parte de los aportes de plásticos al mar se produzca en los periodos de vacaciones, cuando la afluencia de bañistas es más numerosa. Y eso lo sabemos bien los que somos paseantes habituales por playas como la de Cabo de Gata, donde la presencia humana es fácilmente detectable por la cantidad de desechos sobre la arena o entremezclados con las olas.
Dicen los agricultores que el noventa por ciento de los residuos plásticos se reciclan, gracias a que esta práctica se incentiva. ¿Y lo que el viento se lleva? Porque viento hace en Almería, y no hay nadie que pueda controlar la avalancha de plásticos camino del mar.
También los pescadores tienen parte de responsabilidad en la contaminación marina. Y aquí hay que aludir a dos clases de pescadores: los profesionales y los aficionados: ya sabe: los de la caña, contra los que no tengo nada. Se supone que los que encuentran los ecologistas en su loable pero insuficiente empeño por limpiar las aguas se debe fundamentalmente a los primeros. Pero es fácil ver cómo algunos de los 'deportivos' dejan su rastro sobre la arena.
Y ahora viene lo bueno: tanto la Administración central como la autonómica anuncian medias para poner freno de modo eficiente a este daño irreparable a la naturaleza. Ojalá se haga pronto, pero permítame la Autoridad que albergue mis dudas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión