Bonchur, Marín
Pío García
Jueves, 12 de junio 2025, 23:42
Cuando vi a Santiago Abascal subir al atril, estirar la barbita sarracena y pronunciar a las bravas «Bonchur, Marín», me sentí representado. Hay españoles que ... estamos fisiológicamente impedidos para pronunciar el francés. Esa es una realidad biológica que no podemos soslayar. Al menos Aznar calcaba el soniquete de Texas, pero ¿cómo demonios se finge el acento de Clermont-Ferrand? Hay que torcer la boquita de maneras inexplicables y arrugar el morro como si fuéramos a comernos las palabras a besos. A mí me habría dado igual, pero Abascal, acostumbrado a la arenga viril y campeadora, quizá se hubiese sentido sucio y vagamente homosexual al pronunciar «bonjour Marine» con esa alegría arcoíris, entre floral y concupiscente, de los franceses de verdad, aunque sean de ultraderecha.
Esto no te lo arregla ni la Escuela Oficial de Idiomas, Santi. Aún recuerdo que, cuando acabé la carrera, en mis intentos desesperados por aprender francés, caí en una academia a las afueras de París. La profesora –una mujer perversa y fumadora, muy 'nouvelle vague'–, al verme llegar con mi expeditivo acento del Ebro, me mandó leer una frase. Decía: «Combien sont ces six saucissons-ci? Ces six saucissons-ci sont six sous. Si ces six saucissons-ci sont six sous, ces six saucissons-ci sont trop chers». Aquellas ces y aquellas eses se me enredaron en la garganta como anacondas de nueve metros y la profesora, aterrorizada, estuvo a punto de practicarme la maniobra de Heimlich entre las carcajadas despiadadas de mis compañeros de clase. Así que no te fíes de tu amiguita Marine, Santi, por facha que sea: ¡hay que ser muy retorcida para escribir eau y pronunciar o!
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