Picasso y el 'Guernica'
Desde mi punto de vista, hay que incidir sobre la manipulación que se ha hecho del cuadro, a la que Picasso no se opuso, desde su sectarismo político
Manuel E. Orozco Redondo
Domingo, 3 de noviembre 2019, 22:44
Mi padre, Manuel Orozco Díaz, escribió varios libros sobre Picasso desde una perspectiva crítica y de reproches, pues le atribuye varias culpas o deslealtades al ... arte occidental. En primer lugar, le molesta su tendencia a destruir el arte de su tiempo. Ya Eugenio D'Ors dijo de Picasso: «Tú has idiotizado en pintura tanto como te vino en gana». Manuel Orozco explica lo que quiso decir D'Ors, que no es otra cosa que descalificar la frivolidad del pintor al desdeñar la sabiduría de Grecia, de la belleza, para inventarse un feísmo propio para caricaturizar el arte tradicional, muy del gusto de la nueva modernidad y de la cultura imperantes, que reniega de la tradición por reaccionaria para encontrar nuevas formas de interpretación en los 'ismos', que con fuerza se desligan de la realidad hasta concretar el cubismo, la otra dimensión, que se acerca a la ciencia y las nuevas teorías del tiempo y el espacio. En este sentido, Manuel Orozco nos alerta sobre las 'traiciones' de Picasso al arte, y nos dice: «Uno se resistió siempre a aplaudir cuando todos lo hacen y gritar cuando se desgañitan los demás». No soporta de Picasso su dedicación al feísmo y al 'mamarrachasismo' que nos lleva al bodrio estético.
«La beatería o la estupidez de sus incondicionales tuvo la virtud de ser contagiante al convertirse en una religión, una secta de 'elegidos'». Picasso se alía con la modernidad e, inconscientemente, va a destruir los valores estéticos, como nos dice Orozco, que, a pesar de todo, son indestructibles, pues la belleza prevalecerá. Sabedor de la genialidad del artista malagueño, nos dice: «Picasso, como todo gran pintor, se puede permitir el lujo hasta de pintar mal. Y lo hace en su feroz lucha contra la belleza a la que llegó, voluntariamente». Pero Picasso falla sobre todo ante el drama de la crueldad humana. Picasso, como testigo de cargo de su época, no da la talla. Orozco es duro, pues lo acusa, frente a Goya, que pinta para el pueblo, denuncia toda crueldad y critica la deshumanización de la guerra con los 'Fusilamientos del tres de mayo', los 'Caprichos' y otros, mientras que Picasso pinta para una élite y convierte el 'Guernica' en un acontecimiento político, por lo que no está a la altura del drama de España y de lo que el pueblo demandaba. Denuncia el horror, pero desde su ideología partidista o sectaria y, además, lo hace, contra España, creando un símbolo universal, no contra el horror comunista o nazi de los bombardeos sobre Londres o las masacres de judíos o los terribles bombardeos sobre las ciudades alemanas. Es más, se olvida de las crueldades cometidas por los republicanos. Como nos dice Orozco: «El 'Guernica' se convierte en todo un maratón político-diplomático-gubernamental y financiero que se presta a sacar tajada del 'boom' 'Guernica'».
Desde mi punto de vista, hay que incidir sobre la manipulación que se ha hecho del cuadro, a la que Picasso no se opuso, desde su sectarismo político. Así, convierte el 'Guernica' en un símbolo poderoso de la barbarie humana, pero achacable a los españoles del bando nacional, mientras se silencian los bombardeos de Cabra o el cerco y el bombardeo de Oviedo por los republicanos. Por esto es elitista e indigno, pues va contra España, su tierra. No conforma un símbolo del horror nazi ni de los horrores del comunismo, sino que pone el foco en España, contra una barbarie, sí, pero insignificante frente a las masacres hitlerianas o las terribles purgas stalinistas en lo Gulag. ¿Por qué ese ensañamiento contra España y tan a favor de aquel republicanismo, cruel y de maldades sin cuento contra la Iglesia, especialmente contra curas o monjas, que por miles convirtieron en mártires sin ninguna apostasía? Todo silenciado, todo manipulado, en la idea de Münzenberg y del comunismo internacional contra nuestra civilización.
En ese sentido, es natural que salten las alarmas cuando desde diversos medios de comunicación se habla del 'Guernica' faltando a la verdad del encargo y de la obra pintada, y usándola como pretexto para un discurso aferrado a la lamentable ley de memoria histórica. El Reina Sofía del Arte Moderno, se ha convertido en la 'capilla sixtina' de la glorificación elitista de la que nos habla Manuel Orozco y, por tanto, sectaria e injusta. Hoy, desde nuevos análisis de la obra, que desde un punto de vista comunista, nos lo describe G. C. Argán, deja en el aire nuevas interpretaciones del 'Guernica', hasta del título que por la simbología del cuadro se puede ver también el drama de la muerte de un torero, amigo. Por estas y otras razones, el 'Guernica' se ha convertido en el cuadro más famoso del siglo XX y de mayor simbolismo, perro yerra en el discurso. Sirva, para concluir, la sentencia de Orozco: «El 'Guernica' es un buen ejemplo de ambas constantes picassianas: la deshumanización y la fealdad, que puede por extraño espejismo producir sensación de belleza, pero llena de frialdad inhumana con la que acerca al tema sangrante y cruel de nuestra guerra civil».
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