Periodismo faltón
Puerta Purchena ·
Hay quien cree tener licencia para el insulto y la ofensa gratuita olvidando el buen gusto y el respeto a los demás que un periodista nunca debiera dejar de ladoEn los 36 años de ejercicio del periodismo seguro que me he equivocado muchísimas veces y que he metido la pata en numerosas ocasiones, ahora ... bien siempre he intentado ser respetuoso con las personas y siempre he procurado tratarlas con la dignidad que merecen al margen de la crítica realizada. Pero esto no es así en todos los medios de comunicación y entre todos los profesionales de la información. Hay quien cree tener licencia para el insulto y la ofensa gratuita olvidando el buen gusto y el respeto a los demás que un periodista nunca debiera dejar de lado.
Un artista en esto de la descalificación y el insulto porque sí es Federico Jiménez Losantos que desde su altavoz de esRadio insulta y pone motes con especial virulencia a políticos de todo rango da igual que sean concejales, diputados, ministros o presidente del Gobierno; sindicalistas, artistas o a cualquiera que le caiga mal. Porque esto va así: me caes mal, te insulto. Y como buen maestro que es ha creado escuela y ya son muchos los periodistas que lo emulan. Sin ir más lejos en su franquicia de Almería donde no hay político del PSOE o Unidas Podemos ni sindicalista que no tenga un apodo, las más de las veces, ofensivo y siempre, eso sí, si son de izquierdas que parece que la imaginación a la hora de poner sobrenombres se agota cuando se llega al espectro de la derecha y extrema derecha.
Lo peor no es solo que el periodista insulte y descalifique sistemáticamente sino que haya tertulianos que se contagian de este fervor por el insulto y manejan los mismos calificativos hacia políticos, sindicalistas o cualquier persona de izquierdas que tenga una mínima proyección social. No voy a repetir aquí algunos de esos insultos y motes por respeto a quienes así se les ha bautizado.
El otro día me llamó la atención que se dijera que «Juana Belarra» era una analfabeta. En primer lugar la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 no se llama Juana si no Ione, lo mismo que Jagoba Arrasate (entrenador del equipo de fútbol de la ciudad que vio nacer a Ione Belarra y a mi mismo) no se llama Santiago sino Jagoba, al igual que Michael Douglas no se llama Miguel sino Michael o Vladimir Putin que se llama Vladimir y no Baldomero. Es decir, que cada uno tiene el nombre en su idioma y resulta absurdo castellanizar lo 'inescastellanizable'. Pero es más, al oír que Ione Belarra era una analfabeta me fui a ver su currículo y resulta que, además de ministra a sus 34 años, es licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Es técnica superior en integración social, máster en Psicología de la Educación y ha trabajado en Cruz Roja, en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, en el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y en la universidad en la que se licenció. Además habla inglés y francés. Así que digo yo que muy analfabeta no será.
No quiero terminar esta columna semanal sin felicitar a Francisco Martínez-Cosentino Justo por el Premio Reino de España que el viernes recibió de manos del Rey Felipe VI. Del premiado se ha dicho todo y no voy a descubrir yo nada nuevo, pero me quedo con la sencillez, el respeto, la educación, el saber estar, la humildad que le acompaña a él y a toda su familia. He conocido empresarios con muchísimos menos méritos que Francisco Martínez-Cosentino Justo que iban como perdonando la vida al resto de los mortales, algo que a Cosentino jamás se le habría pasado por la cabeza.
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