El irlandés George Berkeley (1685-1753) fue el único filósofo contemporáneo de Newton que le puso objeciones, proclamando que el mundo no está hecho de ... cosas, sino de impresiones. Vivir es aprender a deducir entre unas impresiones y otras. En el olor que llega al entrar a casa 'vemos' el cocido recién hecho. Y esa capacidad de deducir la llamamos entendimiento. El mundo está hecho de impresiones. Berkeley sostiene que ser es percibir. Opinamos y decidimos en función de nuestra percepción de la realidad. En un proverbio de Campos de Castilla escribe Machado: «El ojo que ves no es/ojo porque tú lo veas/es ojo porque te ve». Los alemanes, o los franceses tienen en general una percepción de España diferente a la que tenemos los españoles. La percepción de la banca de Ana Botín presidenta del Santander, entidad que ha obtenido en 2021 un beneficio atribuido de 8.124 millones, no es igual que la de un trabajador con un precario sueldo y ascuas bajo los pies, o que un octogenario que para hacer cualquier gestión con su banco parece que tiene que ir pidiendo favores y perdones. Una empresa, un partido político, un programa de televisión, la vida de alguien,…; no es lo mismo verlos desde fuera que desde sus entresijos.
Seguramente de algún modo en más de una ocasión hemos experimentado esa confusa sensación de que o no nos hemos expresado bien o no nos han entendido adecuadamente. Es lo que en La Enciclopedia del conocimiento relativo y absoluto detalla el escritor Bernard Werber: «Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender y lo que entiendes, existen nueve posibilidades de no entenderse». Nuestros pensamientos y emociones conforman nuestra realidad y, por lo tanto, la crean. Todos vemos el mundo de manera radicalmente distinta. Esto es así, primero en base a los elemento culturales o de comportamiento que se transmiten de generación en generación (memes), a los que somos expuestos durante nuestra infancia y luego por tantos factores que van influyendo. No percibimos que la Tierra sea redonda, pero tenemos una información elaborada susceptible de contraste y verificación. Y bueno es recordar ante la actual vorágine de falsas verdades que la democracia depende de la calidad de la información que los ciudadanos reciben. La verdad absoluta no existe, pero conviene distinguir las opiniones de los hechos constatables. No hay «una» realidad sino infinitas, una por cada persona. Marco Aurelio decía que lo que oímos es una opinión, no un hecho, lo que vemos es un punto de vista, no la verdad. Ante cualquier cosa prestamos atención a ciertos detalles e ignoramos otros tantos. Una de las razones es que nuestra atención es un recurso muy limitado. Por eso cuando compartimos con alguien un recuerdo común, muchas veces no coincidimos.
Dicho todo esto, creo que lo principal es siempre tener una mirada curiosa, crítica, reflexiva, ávida. Necesitamos levantarnos cada día preguntándole a la vida, abonando nuestros razonamientos. Y es que no es lo mismo oír que saber escuchar. Porque la mente es el sexto sentido, el que decide qué y cómo sentir.
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