El peor argumento
El binomio libertad-seguridad; estará siempre con pandemia o no, en el horizonte
Salvador Fernández-Vivancos Fernández
Viernes, 11 de septiembre 2020, 01:12
El defensor del pueblo, que no del gobierno; «no ve suspensión de derechos durante el estado de alarma y rehúsa llevarlo al Tribunal Constitucional», decía ... un titular de periódico. Se pronuncia ahora, cuando ya ha cesado el estado de alarma. Y todavía el TC no ha dicho ni mú, frente al recurso que interpuso Vox. En situaciones extraordinarias, lo mismo, los ciudadanos demandan de sus instituciones que estén a la altura de las circunstancias. No sólo de sus instituciones, sino de esas personas relevantes, (como algún filósofo del derecho que admiraba y reconocido internacionalmente), del que uno espera (ya que pasa tanto tiempo pensando) aporte alguna solución que no sea: que no se ha podido hacer más.
Total, para este viaje no hacían falta estas alforjas.
Siempre quedará, además de París, el TEDH, (Tribunal Europeo de Derechos Humanos), claro. Tal vez, si el defensor fuese, más que doctor en economía, como el presidente, lo fuese en derecho; o lo mismo, este cargo lo desempeñase algún exmagistrado del Constitucional, o un catedrático de derecho; a lo mejor tendría una mayor sensibilidad a la vulneración de los derechos, ¡cualquiera sabe! O simplemente alguien de probado sentido común, asesorado por juristas.
Es como si algunas instituciones tuvieran vocación de furgón de cola. Sigue sin resolverse, ¿por qué durante un tiempo los animales tuvieron más derechos que los niños? ¿Los niños más que los ancianos? o ¿por qué todavía hay personas en residencias que no han salido a la calle desde el mes de marzo? Por poner unos ejemplos a salto de mata. ¿Se ha hecho ya alguna estadística de los mayores que han muerto en una residencia sin tener un permiso de salida? Ya, la respuesta es salvar vidas. El binomio libertad-seguridad; estará siempre con pandemia o no, en el horizonte. Pero convertir esa tensión dialéctica, en un monismo. Sólo un aspecto, una visión, una mirada. ¡Hombre, por dios!
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