Penes de plástico
El patio de los neones ·
Aquel día llegué a la conclusión de que la situación se nos había ido de las manos. Un grupo de amigas colapsaba el Paseo de los Tristes y su amiga reina iba montada sobre un burroFernando Fedriani
Granada
Martes, 10 de septiembre 2019, 11:51
Aquel día llegué a la conclusión de que la situación se nos había ido de las manos. Un grupo de amigas colapsaba el Paseo de ... los Tristes y su amiga reina iba montada sobre un burro. Llevaban una especie de banda, y eran una especie de banda, y agitaban la composición con penes de plástico en la mano, como si fuesen las palmas que jalonaron la llegada de la burra más celebre de toda nuestra historia cultural. «Rubia de bote, chocho morenote», eso le gritaban. No sé si en Ideal si pueden publicar ese tipo de palabras, pero tengo que intentarlo. Si pongo un sinónimo no se entiende la idea.
Cabeceas y piensas: por qué. Qué necesidad hay de esto. Entre otras cosas porque muchas de las despedidas de soltero no salen bien. Los ves, horas más tarde, sentados en algún cenador. Algunas veces se nota que los grupos no tienen demasiada química, y es normal. Yo no tengo un tumulto de amigos y tú tampoco. Yo no los tengo y seguramente casi nadie los tenga. Por ese motivo, se echa mano de compañeros del trabajo, gente a la que pocas veces en tu vida has visto. Piensas que la gracia está en el factor marea. Si somos mucho, generaremos mucho ruido. Pero si somos mucho también entrará en la ecuación mucha gente que no merece entrar.
Ya. Amigos que no son tan amigos. Fiestas que no siempre salen tan bien como tratan de creer que están saliendo. Chicas pijas trasgrediendo unos límites que no quieren quebrantar. O chicos profundamente respetuosos tratando de comportarse como si fuesen unos garrulos, aunque no lo sean. ¿Y todo ello para qué? Para celebrar que se termina la soltería y para vivir una última sesión de desfase, en parte pensando en que más adelante ya no podrán vivirlo. Pero es la edad la que te lleva a dejar algunas conductas infantiles, no el matrimonio. Es posible que si te casas estés dejando a un lado ciertas maneras de divertirte. Pero también es posible que te cases porque ya hace tiempo que todo eso se quedó detrás.
Y puestas las premisas, falta la catalogación. Es infame porque no tiene ni una gota de sofisticación. No nos gusta porque es rancio y porque no tiene belleza. Nuestra ciudad no lo merece, pues Granada es un territorio mágico que no merece ser mancillado. Sin más, aquí no pega.
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