Pasillos
¿Qué sería de las clínicas sin los pasillos? Porque los pasillos son como salas de espera en los que, a veces, se acumulan varios enfermos pendientes de ser llamados para una consulta o una exploración
Los pasillos son necesarios. Gracias a ellos podemos trasladarnos de unas dependencias a otras. Para evitarlos, tendríamos que diseñar estancias multifunción en las que coincidirían ... usos diferentes y personal diverso. Imposibles en una clínica, por ejemplo.
Pero, ¿qué sería de las clínicas sin los pasillos? Porque los pasillos son como salas de espera en los que, a veces, se acumulan varios enfermos pendientes de ser llamados para una consulta o una exploración. Alrededor de cada paciente –nunca mejor dicho-, se mueven personas de tránsito normal: con bata o sin ella, la gente circula con cierta rutina. Muchas de ellas manejan teléfonos con los que se comunican con otros. Sonrisas, pasos apresurados, camillas y hasta coches con bebés son el panorama en el que se sitúa al que espera.
Sentado en una silla de ruedas y con su gotero puesto, ve cómo nadie repara en su presencia. Ni una mirada, ni una palabra, ni un gesto mínimo; es como si no existiera.
En esas estaba yo hace unos días. 'Estacionado' junto a una puerta, alargué el cuello para ver el panorama al otro lado: nada interesante. Por estas cosas, apareció por el dintel un chaval joven que, al no tener de momento nada que hacer, se dirigió a mí. Obtuvo una respuesta rápida: por fin alguien reparaba en mi presencia. Así supe que se llamaba David y que, a la espera de conseguir un día una plaza de matemáticas en la universidad, ejercía provisionalmente en esa clínica. Hubo conexión total. Breve pero fluido fue el intercambio de comentarios sobre varias cosas. Ayudó en la exploración a que me sometieron y me acompañó a la habitación.
La experiencia en los pasillos no añade nada al proceso de curación y aumenta el estrés del enfermo. Y no siempre se da con un David.
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