Pasarse de fino a la hora de hablar
Tribuna ·
En las cuestiones de vocabulario es donde hay más mandanga. La manía de preferir la palabra culta pero errónea antes que la común y correctaPasarse de correcto es ultracorregirse; es corregir una palabra por equivocado afán de pureza, según el modelo de otras; por ejemplo 'inflacción' por inflación, bajo ... el influjo de 'transacción, lección'. Otro ejemplo es el clásico: «He comprado bacalado de Bilbado» (el diccionario CLAVE de uso lo recoge como pronunciación incorrecta). Dicen los del sur que los del norte de España son muy fisnos, muy finodos. Dicen los del norte de España que aquí hablamos mal y toda esa teoría lingüística al uso. Recuerdo la reacción de alguno de mis hijos a la petulancia de los primos madrileños: «poh aquí en el pueblo estamoh, de recredo».
El fenómeno de la exquisitez lingüística se manifiesta en cuestiones fonéticas o de sonido. Por ejemplo, reconstruir grupos consonánticos cultos o inventados: 'correpto, aficción, erudicción, erupto por eructo, sujección, exhorbitante (en el lenguaje escrito), translado, desvastar'. Algunos piensan que la palabra esdrújula es más culta que la palabra llana y prefieren decir 'erúdito, intérvalo, méndigo'. Yo recuerdo que en mis años de estudiante jovencito oír en el colegio a los profesores decir 'intérvalo'. Ha debido mediar alguna interpretación académica. La etimología juega malas pasadas: debería ser 'intérvalo', como por el contrario debería ser: 'telefono' como 'telegrama'. Debería ser 'medula', que hoy día se considera poco usado. A veces la variación fónica se debe a ignorancia y a petulancia. Un empleado de la eléctrica con ciertas ínfulas le decía al cliente: «pero si usted es reticente, tenemos que cortar la luz»; quería decir 'reincidente', o sea, que repetía el impago. Lo mismo que cuando una revista de prestigio titulaba: «Noticia fideligna», por fidedigna. ¿Podráse oír algo más cursi que 'flaccidez', o que invitar a alguien al 'Thé'? Recuerdo a algún compañero que cometía el delito de no tener un saber universal. Le decía al jefe de departamento, que pasaba por saber más que nadie: «don Gregorio, en el Congreso tenemos que dar el dos de pecho». ¿Se necesitan conocimientos universales para no cometer ese error? No lo sé. Yo creo más bien que es el prurito de ser listo. Porque decir, al presentar al conferenciante de turno, que escribió un libro sobre «el léxico del aceite y la almanzora», dicho en Almería, es ser más que listo un enterao, un enteraíllo, dicho sea sin ánimo de abundar.
Las correcciones también pueden ser gramaticales. Se produce un cambio en la estructura gramatical de una frase por influencia de otra estructura percibida como «más culta». El 'dequeísmo' sería un ejemplo: «pienso de que no es así», que diría alguien intentando ser culto y poniéndole un régimen preposicional a un verbo que no lo exige. Pero también existe el 'queísmo'. ¡Qué barbaridad! «Me da la sensación que no han venido»; en este caso se omite el régimen preposicional que debería ir: es 'la sensación de'. Ítem más, el 'deísmo' o el uso innecesario de 'de': «Me cuesta de creerlo». Sin ánimo de fardar, en el año 1980 en el Congreso de Oviedo empezamos Vigara y yo a hablar de dequeísmo y la Academia introdujo la palabra en la edición de 1992. El cambio de número, de leche a 'leches', para indicar sorpresa y asombro creo que se debe a cursilería. Anda que algunos castellanos no le echan eses ni ná a 'vistes'. 'A nivel de', locución hoy recurrente, que originalmente es un adverbio que indica el plano horizontal en que se encuentra algo: «la señal está colocada a nivel del suelo». Ahora bien, llegan los listos y dicen: «estamos controlando el virus a nivel de sentimientos»; se trata de un uso figurado de la locución, un uso transitivo; por eso lo recojo aquí. La preposición 'desde' se debe utilizar para tratar de cosas materiales, no ideas: «desde mi experiencia puedo decir que el origen del virus es animal»; no puede ser; ha de decirse: «por mi experiencia»; la experiencia no es algo tangible; estamos otra vez en el lenguaje figurado, el superior.
En las cuestiones de vocabulario es donde hay más mandanga. La manía de preferir la palabra culta pero errónea antes que la común y correcta. No se dice 'espúreo', sino espurio, aunque suene mejor por lo de 'espurrear'. En plena pandemia la chica del autobús le decía al conductor que iba a trabajar porque era 'gerocultora'. En principio pensé en 'geranios, geografía, jeroglíficos', pero acudiendo a mi latín ya caí. Además prudentemente la chica le aclaró al guardia que atendía a una pareja de personas mayores. Es la tendencia al eufemismo o inclinación a buscar sustitutos léxicos ennoblecedores, por ejemplo, cambiar la palabra portero por 'administrador de fincas urbanas', cartero por 'agente postal', sirvienta por 'empleada de hogar', recadero por 'asistente social', basurero por 'agente de residuos urbanos'; en el caso anterior, decir 'personas mayores' por viejos. Pertenece al argot español según algunos la frase: «encinérame el cilindrín», o sea, enciéndeme el cigarro; yo creo que pertenece a un lenguaje pretendidamente culto, propio de minorías petulantes del Madrid de los ochenta, o sea, lenguaje cheli, jerga con elementos castizos, marginales y contraculturales, en resumidas cuentas, pijerío. Ya Juan de Mairena ridiculizaba ese vocabulario pretendidamente culto de «los eventos consuetudinarios que acaecen en la rúa», cuando lo natural y lo poético es decir «lo que pasa en la calle».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión