No hagamos predicciones. Creo que nos aventuramos excesivamente cuando imaginamos y planteamos escenarios, analizamos posibles impactos de las medidas a poner o que se han ... puesto en marcha y diseñamos actuaciones de respuesta ante la situación que tenemos. Pero lo que yo veo, lo que digo es que no sabemos lo que va a ocurrir. Nadie lo sabe diría yo. Lo que sí sabemos es que si no queremos volver a situaciones previas es necesario que la desescalada sea sin prisas, para evitar nuevas olas de pandemia. Por tanto, podemos plantear posibles escenarios pero me sumo a que no pidamos ni hagamos predicciones.
Las predicciones ante situaciones que nunca habían ocurrido y que por primera vez vivimos en estos años, son normalmente erróneas. Está claro que las predicciones que se plantean, no tienen una base científica, porque no se basan en experiencias previas. Y la verdad, es que no sabemos. Sabemos cosas como que la incidencia acumulada va bajando, que hay CCAA donde ha subido menos y otras que ha bajado más, que hay mucha mortalidad y que vuelvo a decir, no podemos saber con lo que hay, lo que va a pasar en el futuro próximo.
Por tanto, sin saber mucho lo que va a ocurrir, hay profesionales que se dedican a hacer escenarios. Y eso hacen y vuelven a hacer los ingleses. En verano hicieron ya algunos. Y ahora han vuelto a hacer y dicen lo siguiente:
1. El primero: Asumen que habrá otra ola el próximo invierno. Ello significa que hasta entonces tendríamos una situación bastante favorable y que habrá que vacunar entonces a los grupos de riesgo, en un entorno de una menor gravedad de forma progresiva de estas nuevas olas o brotes. Las vacunas y los antivirales nos podrían permitir tener más o menos controlada la situación. Ello depende de varios factores como el de la duración de la inmunidad por la infección, el de la de la eficacia y duración de las vacunas (las actuales y las que se desarrollen) y de lo que funcionen los antivirales. Y en todo esto también jugarán un papel las posibles nuevas variantes. Si estos factores son desfavorables, es evidente que los escenarios van a empeorar.
2. El segundo escenario, menos optimista, asume una gravedad e impacto similar a la onda de este año, en base a un mayor escape inmunitario y menor eficacia de los tratamientos disponibles.
Estos dos escenarios, sobre todo el primero, equivaldrían a lo que se ha llamado situación de endemia. Quiero recordar que endemia no significa olvidarse del virus o que sea una enfermedad leve. La malaria es endémica en muchos países, es una enfermedad con mortalidad importante .
3. En los dos últimos escenarios, la repercusión podría ser mayor que la que hemos tenido este invierno, siempre dentro de la situación de que no volveríamos en ningún caso a la casilla de salida. Repetir la crudeza y el horror de las tres primeras olas parece imposible. Esperemos que todo el mundo reciba al menos dos dosis lo más pronto posible.
¿Qué es lo más probable que ocurra? Lo más normal es que vayamos hacia los dos primeros escenarios, en un entorno donde el escape inmune esperemos que sea solo parcial, al menos para la población general. Pero como he dicho antes, no lo sabemos. La población inmunodeprimida y la población frágil, lamentablemente, tienen todavía una importante fuente de preocupación en el SARS-CoV-2. En estos momentos, para estos pacientes, contamos con más medicamentos antivirales, además de las vacunas. Por otra parte, sabemos que tener una enfermedad grave y la posibilidad de ingresar en un hospital (y morir) sobre todo afectará a ancianos y algunos grupos de riesgo, por descompensación de las patologías que ya presentan estos pacientes. En los dos primeros escenarios se podrían ir progresivamente disminuyendo muchas de las medidas de salud pública que tenemos en estos momentos debido a la pandemia. Algunas, como el aislamiento de las personas contagiadas como los contactos, ya se han levantado en buena medida.
Lo que está claro es que no hay un recetario. Y lo que necesitamos es sentido común y adecuación de las medidas no a fechas sino a la indicadores y a la evidencia científica. Es evidente que nadie tiene la bola de cristal ni la fórmula mágica para resolver la pandemia ni para saber qué medidas son necesarias actualmente y cuáles para el futuro. Soy partidario de que la mascarilla en interiores como hospitales, centros de salud o residencias de ancianos se mantenga bastante tiempo y que el cuidado a los vulnerables se debería desarrollar de forma activa. Además, necesitamos que se trabaje de forma importante la ventilación y la filtración de aire, medidas que ayudarían a mejorar los indicadores que tenemos y nos prepararían adecuadamente para el futuro. Aulas con medidores de CO2 y filtros HEPA en caso de necesidad son imprescindibles. Y al igual que las aulas, sería importante que desarrollaran adecuadamente los aspectos de la calidad del aire, bares y restaurantes, gimnasios, lugares de ocio nocturno y centros de trabajo.
Los escenarios cambian progresivamente y confiemos en que ninguna variante nos lo eche abajo y tengamos de nuevo una nueva ola. Cada vez tenemos más herramientas contra el virus y más inmunidad, en un sentido amplio, por lo que lo más probable con diferencia es que el 2022 sea mejor que el 2021 de forma global. Esperemos que lleguen las vacunas esterilizantes y si es posible por vía nasal, para que se logre el objetivo de reducir de forma importante la transmisión.
A pesar de que la fatiga pandémica sigue apretando, necesitamos que después de dos años de pandemia, vayamos hacia momentos mejores. Lo necesitamos. Lo esperamos.
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