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El bisturí

Todo para el campo... pero sin el campo

Paloma Egea Cariñanos

Domingo, 18 de mayo 2025, 22:59

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«El campo es lo último». Es una frase ampliamente escuchada en las zonas agrarias de nuestro país. Pero su significado es polivalente. Utilizada por ... padres y abuelos para animar a su descendencia a escoger oficios sin hoz ni trillo, también se construye como piedra angular de un malestar cada vez más extendido entre los agricultores. El enterramiento en burocracia, la desprotección sentida ante el competidor extranjero y las cada vez más exigente obligaciones ambientales, son algunas de demandas más repetidas en las tractoradas y demás demostraciones de la marginación percibida por el sector. Y las consecuencias son múltiples. Quizá la más preocupante, en seguimiento de los trabajos del sociólogo rural Luis Camarero, es un sistema de producción de alimentos caracterizado por cada vez más agricultura y menos agricultores. En términos de las ciencias sociales este proceso se encuadra dentro de la denominada desagrarización (multipolar como todo fenómeno social). La desagrarización es la acelerada pérdida de primacía de la agricultura en la vida socioeconómica de los pueblos. Esta es producto del acaparamiento de tierras, de las barreras de entrada al campo por las elevadas cifras de inversión inicial que requiere la producción de alimentos en la era de la maquinización y, entrando en la segunda consecuencia, del malestar: la falta de incentivos.

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