El largo recorrido, con final feliz, de dos cirugías en el Sistema Sanitario Público
Pablo García Túnez y Miguel Melguizo Jiménez
Sábado, 8 de noviembre 2025, 22:21
Somos dos jubilados de profesiones sanitarias que han tenido una experiencia paralela esta misma semana al ser intervenidos quirúrgicamente (insuficiencia venosa complicada y hernia inguinal) ... en Hospitales del Servicio Andaluz de Salud (SAS). Queremos relatar el largo proceso iniciado con la indicación quirúrgica y evaluación por parte de Medicina de Familia, la intervención en un Hospital público del SAS y, finalmente, el próximo seguimiento postoperatorio en Atención Primaria.
Hacer pública nuestra experiencia es relevante para apostar y proteger un bien social y comunitario en situación muy frágil como es nuestro Sistema Sanitario Público.
Tras la indicación clínica fuimos atendidos en consultas externas hospitalarias donde se nos incluyó en lista de espera quirúrgica. En menos de un mes fuimos citados para ofrecernos una intervención en un centro privado concertado. Rechazamos esta posibilidad por conciencia y por seguridad clínica, aunque ello supuso allá por el mes de mayo de 2025 demorar imprevisiblemente la intervención. No estábamos de acuerdo en nuestra derivación a un centro privado.
Ahora, en noviembre de 2025, no podemos más que estar satisfechos con nuestra decisión. Hemos sido atendidos en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada. Y desde el punto de vista asistencial hemos apreciado una profesionalidad impecable por parte de profesionales de Medicina, Enfermería, TCAE y Celadores. Todos se han presentado y conocían nuestro nombre. El trato ha sido respetuoso, personalizado y cordial. La información facilitada en cada momento, sobre nuestro proceso y evolución, ha sido comprensible y adaptada. Una vez en el Hospital no ha habido esperas prolongadas ni demoras. La atención ante una complicación postquirúrgica ha sido rápida, sin evasivas y con seguimiento completo hasta su resolución. El sistema sanitario público nos ha ofrecido seguridad, confianza y una altísima calidad.
También queremos destacar dos elementos que nos han hecho sentimos particularmente orgullosos. En primer lugar, haber compartido habitación y quirófano con personas de diferente clase y condición. Discapacitados, ancianos solos, pacientes muy graves o enfermos mentales hemos sido atendidos con criterios de equidad y calidad humana que solo un servicio público puede otorgar. La enfermedad nos iguala a todos y una sociedad justa es una sociedad solidaria ante el envejecimiento, la desigualdad y la dependencia. En segundo lugar, haber colaborado como pacientes para el desarrollo de la capacitación de profesionales sanitarios. Estudiantes o Residentes que generacionalmente tomaran el relevo dentro de poco y a los que podemos ayudar en su formación práctica. La vida nos iguala a todos y una sociedad justa es la que promueve el cuidado de las generaciones mayores por las más jóvenes.
¿Por qué entonces se ofrecen este tipo de intervenciones, en primer lugar, a Centros Privados concertados?
¿Por qué tenemos que desviar recursos de sostén y fortalecimiento de la Medicina Pública a la privada?
¿Por qué tratamos indolentemente a los profesionales y centros sanitarios públicos para favorecer indirectamente a seguros privados y centros concertados?
¿Por qué utilizamos el trampantojo de hablar de Medicina Pública como financiadora y desvirtuamos su carácter social y equitativo favoreciendo la provisión privada con fondos públicos?
¿Por qué despreciamos funciones y objetivos esenciales del sistema sanitario público como la solidaridad (ante la ancianidad, soledad, pobreza, dependencia, enfermedad grave) o la formación de profesionales que en ningún caso pueden ser «rentables» económicamente?
Hablamos de la salud y los servicios sanitarios como un bien social y comunitario que no puede estar abierto a las crudas leyes del mercado; al igual que tampoco lo están, por ejemplo, el Servicio de Bomberos, la Judicatura, la Guardia Civil o las Fuerzas Armadas. Y no es razonable un sistema sanitario público que pueda gestionarse como una empresa con beneficios económicos para sectores paralelos; como tampoco podemos gestionar «empresarialmente» nuestra familia o el centro educativo de nuestros hijos.
El mundo ha cambiado y, a veces, no sabemos si por edad estamos ya de sobra o nuestros planteamientos son arcaicos. Pero no queremos ser la última generación que disfruta de un sistema sanitario público accesible, universal, eficiente y de calidad. Pensamos que este sistema sanitario amenazado y vapuleado puede ser el mejor legado para nuestros hijos y nietos. Esta ha sido nuestra experiencia con orgullo y sin prejuicios, de satisfacción y sin complejos.
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