Una oportunidad para el parque arqueológico de Los Mondragones
Tribuna ·
Es el espacio de mayor entidad excavado, está en una situación privilegiada y es una ocasión para que sea un objetivo de Granada como capital europea de la culturaÁNGEL RODRÍGUEZ AGUILERA
Lunes, 26 de agosto 2019, 23:35
Desde hace algún tiempo se afianza la idea de presentar la candidatura de la ciudad de Granada para alcanzar la capitalidad europea de la cultura ... en 2031. Es cierto que es un asunto que si bien no presenta fisuras ni grandes discrepancias entre las distintas formaciones políticas, la verdad es que no despierta demasiado entusiasmo en la sociedad. Al menos, así lo percibo como arqueólogo, implicado de forma cotidiana en eso que se ha venido a llamar el sector cultural, en concreto en la parte menos lucida y más agria, aquella que tiene que ver con el Patrimonio Histórico, que tan a menudo levanta tantas ampollas.
Quizás esa desidia es producto de la desilusión y la melancolía que invade esta ciudad, en la que casi ningún proyecto que se plantea llega a buen puerto ni en plazos ni en condiciones óptimas, en la que solo parece que somos campeones en contaminación, paro y en un turismo que amenaza con modificar el paisaje de la ciudad, dejando siempre un poso de frustración. Todo esto solo alimenta el rencor con respecto a otros territorios. Ya no es una cuestión de ideologías.
Probablemente por esto, y algunas cosas más, hacen que ese proyecto de proponer nuestra ciudad como capital cultural de Europa levante tan poco entusiasmo, propio de una sociedad ya incrédula. En cierto modo me recuerda cuando hace unos años se propuso que la Alpujarra fuera declarada Patrimonio de la Humanidad, algo que provocó grandilocuentes soflamas, pero sin tener en cuenta la desafección de los alpujarreños, y quedó en agua de borrajas.
Granada es una ciudad de cultura. Es una evidencia contrastada. La literatura, en concreto la poesía, es un gran valor reconocido internacionalmente, lo mismo que la música que en todas sus variedades lleva el nombre de Granada a todas partes. También reconocemos en esta ciudad la importancia del arte en cualquiera de sus expresiones, a pesar de la carencia de infraestructuras dignas, reclamadas ya secularmente (el Museo Arqueológico, un museo de la ciudad o un mejor emplazamiento para el de Bellas Artes...) pero sin duda alguna la mejor tarjeta de presentación es su Patrimonio Histórico, del que forman parte no solo sus monumentos, también sus rincones, calles y las plazas. El paisaje de toda actividad cultural en Granada tiene un magnífico telón de fondo que debemos seguir cuidando. Yo sí creo que puede ser una buena ocasión para Granada luchar por ese distintivo, para que sirva como excusa no solo para reparar algunas de las deficientes infraestructuras si no también como para dar un giro y definir qué ciudad queremos.
Ese cambio debe sustentarse en las líneas estratégicas de la candidatura que habrá que ir dando forma en proyectos concretos, para que no se queden en palabras huecas.
Propongo desde aquí que el yacimiento arqueológico de Los Mondragones sea una de las líneas prioritarias de intervención. El complejo arqueológico de los Mondragones apareció por casualidad a finales del 2013 y desde esa fecha hasta la actualidad se han sucedido varias campañas de excavación que han permitido conocer una superficie aproximada de más de 6.000 m2. Un sector fue parcialmente destruido generando una enorme polémica en la ciudad, pero otra -la más monumental e importante sin duda alguna- fue conservada. La mayor parte de la opinión pública desconoce que los Mondragones conserva el molino de aceite de época romana más monumental de la Bética, unas termas de gran interés y los únicos edificios de culto de las primitivas comunidades cristianas que en el siglo IV d.C. organizaron el primer concilio católico de la Península Ibérica en Ilíberis. Es solo una parte.
Pero Los Mondragones es mucho más que todo eso: es el espacio arqueológico de mayor entidad excavado en Granada y se encuentra en una situación privilegiada porque, exceptuando lo que sucedió en 2013, todos los restos que están apareciendo se integran de forma armoniosa en el desarrollo urbanístico, garantizando su conservación dentro de los espacios libres diseñados en el PERI.
Por primera vez en Granada nos encontramos ante un panorama en el que el Patrimonio Histórico, particularmente la arqueología, no solo no es un problema sino que se puede convertir en un valor añadido de calidad que sin duda revalorizará estos barrios periféricos. En la zona norte, y más concretamente en el sector del Beiro, no existen referentes patrimoniales de importancia -exceptuando la Cartuja y si queremos incluirlo también, la Plaza de Toros- y la apuesta por el complejo arqueológico de Los Mondragones como parque arqueológico no sólo beneficiará a este sector urbano si no que permitirá tener el primer parque arqueológico de la ciudad, una ciudad que vive y quiere vivir de su Patrimonio pero que carece de una infraestructura de esta potencia. Quiero poner el acento en esta cuestión, independientemente de que los restos sean romanos o islámicos pero que, además, en Granada los primeros han sido hasta ahora prácticamente inexistentes.
A día de hoy ya tenemos unos restos arqueológicos monumentales, lamentablemente invisibles, y todo el desarrollo del plan urbanístico está en manos de las administraciones públicas, en este caso la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento. No existe por tanto la presión que genera la incompatibilidad entre el interés general por preservar el yacimiento arqueológico y la urbanización de los terrenos del antiguo cuartel. Es una oportunidad, una magnífica ocasión, para hacer de Los Mondragones uno de los objetivos prioritarios para que Granada sea más cultural, que sea la capital europea de la cultura. Y este sí que es un proyecto concreto cuyo alcance puede acotarse perfectamente y financiarse. Debemos aprovechar la ocasión para conseguir ese gran espacio arqueológico, que por su posición periférica es una magnífica ocasión para crear un nuevo foco cultural donde antes no había nada. También para demostrarnos a a nosotros mismos que tenemos la capacidad de reconocer y hacer compatible el respeto hacia nuestro pasado con el futuro de la ciudad del que también debe formar parte.
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