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Y con el once, Ramón

Los Cármenes transmutó en un manicomio. Los espectadores se hacían cruces con los dedos y se pellizcaban con tanta fuerza que por Doctor Oloriz bajaba un río silencioso de sangre en rojo y blanco vertical

Manuel Pedreira

Granada

Sábado, 28 de noviembre 2020, 02:08

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Hay una cosa de aquel partido que me ha perseguido siempre. Un suceso trivial en el que no debió reparar nadie pero que se me ... enquistó en la cabeza con la contumacia de un tumor benigno que ni crece ni disminuye, pero que no se va, que siempre está ahí, y lo peor es que no soy capaz de desentrañar su significado. Más de treinta años y mil libros después sigo preguntándome por qué se me grabó a fuego aquel lance. Si es que me hizo gracia o fue que me dio pena. De dónde viene la estupefacción.

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