Ocultismo con el coronavirus

No sorprende, por desgracia, la confirmación de que el Gobierno chino ocultó durante dos semanas la gravedad del brote de coronavirus, por el que ya ... han fallecido 1.800 personas y que ha desatado una alerta global. La constatación de la opacidad del régimen comunista, incluso ante una epidemia que ha traspasado sus fronteras y movilizado a las autoridades sanitarias de todo el planeta, en nada contribuye a frenar un miedo de una dimensión carente de fundamento, pero que ha demostrado ser más contagioso que el propio covid-19. Lejos de tranquilizar, el anuncio conocido ahora de que el presidente Xi Jinpig ordenó ya el 7 de enero «impedir y controlar» el avance de la enfermedad y de la posterior depuración de altos cargos por supuestas negligencias en el control de la crisis alimenta las sospechas sobre el comportamiento de Pekín. China debería ser la primera interesada en actuar con una transparencia a la que no está acostumbrada ante la magnitud de la alarma y sus nocivas repercusiones económicas, que empujaron ayer a su Banco Central a rebajar los tipos de interés para combatir un frenazo de la actividad cuya onda expansiva afecta al resto del mundo.