No sé hasta qué punto es posible negar la decadencia que percibe parte de la ciudadanía pensante, deseosa de superar el «abandonad toda esperanza». Decadencia ... que subraya un feroz fanatismo y una excesiva tolerancia, sin excluir lo contrario porque hay situaciones no fáciles de soportar por indignas. Tal vez sea preciso aclarar el significado de 'tolerar' que no tiene nada que ver con 'aguantar' chaparrones o sufrir atentados contra la inteligencia porque sí. Será inevitable que alguna 'nube' tormentosa nos ponga como una sopa, pero gotas frías ('danas' se les llama ahora) y borrascas a discreción, de ninguna manera.
Quizás se me tache de pesimista. No me voy a ir por las ramas, sin embargo tampoco me voy a referir a los rugientes vientos de guerra hoy. Si se vive confortablemente a pesar de las inclemencias económicas, y además con pronóstico personal de tiempo afortunado el presente y el futuro, así es optimista cualquiera. Mas, ¿y los otros, los sin presente y por tanto sin horizontes lejanos ni para ellos ni para su familia; los que no consiguen trabajo con sueldo decente y fijo, ni les es posible optar a una plaza de funcionario y están a la intemperie temiendo noticias que oscurezcan aún más el cielo de su pequeña esperanza?
Ser optimistas con seguro blindado es ventajismo; presumir de ello, grave insolidaridad. Los optimistas fiables son los que teniendo argumentos suficientes para ser pesimistas, como sufrir ansiedad por el 'nublado' diario o la 'oscuridad' del futuro, o por el torbellino de palabras sin contenido de algunos conductores del vehículo político social, no lo son. Es más: su ejemplaridad genera adhesión, máxime cuando con una sonrisa natural dicen: «Hay que tener esperanza». La 'fiebre' es un indicador de anomalías en el cuerpo social. Por eso, en las Cortes y los parlamentos se agradecería el incremento de gestos compasivos aunque en ciertos casos no broten del alma. La vida es un teatro. Lo sabemos. Entramos, saludamos y salimos. Ni optimistas ni pesimistas de circunstancia, sino de principios convincentes. A lo sumo, escépticos comprometidos. Irnos de este mundo auto-engañados es la mayor de las derrotas.
... similar a la llama de la leña en el rincón, emulando a la del candil de Diógenes que aún sigue buscando a un hombre, o su sombra
La democracia es fundamentalmente 'unipartidista', si bien con diversas opciones. Los partidos no deberían 'partir', sino 'compartir', 'unir'. Se trata de una competición en la liga de la 'decencia': aspiración determinante de todo demócrata escrupuloso. En la liga de la decencia democrática existen opciones políticas acordes con la misma. ¿Iluso? Igual que muchos discursos. La mítica figura del doctor Fausto refleja la aspiración del hombre moderno, «emprendedor y ávido de saber que, en su despiadada búsqueda de la felicidad, atrae la catástrofe hacia sí y hacia su entorno», y también «la angustia de Goethe por transformar el mundo que le rodea para asimismo cambiar al hombre del mundo moderno», con independencia de que haya 'Faustos' de saldo.
La radicalización es uno de los grandes males de nuestro tiempo junto con la mentira compulsiva. Demasiada frustración, demasiadas palabras de bombo de lotería, demasiados ortodoxos y heterodoxos a la carta, y demasiadas traiciones a España y por tanto a quienes entregaron su vida según sus posibilidades, soñando críticamente nuevos horizontes y conociendo lo que se decía en la antigua escuela cínica: «El ojo de tu oponente es el que mejor ve tus defectos». La cartera ministerial es reto de vida ejemplar y extraordinario servicio público de probada ética, de sacrificio. El honor de servir a España en Consejos donde la mayoría no tenemos acceso por falta de aptitudes es un privilegio que exige merecerlo cada minuto al tratarse de una posición de vanguardia de decoro y lealtad y espejo de honradez y servicio ciudadano como es el gobierno de la Nación.
Se echa de menos un estilo conforme a la formación intelectual y universitaria de nuestros días, con el fin de elevar el nivel de nuestra democracia. Cuando en 1938 Austria fue invadida por Alemania, una vez instalada en Viena la Gestapo, ésta recibió la orden de 'visitar' a Freud. A la conclusión del breve 'encuentro' los visitantes le notificaron la expropiación de su hogar, y como gesto de advertencia le desplumaron la caja fuerte que custodiaba una cantidad importante de dinero. Se cuenta que el prestigioso doctor dijo con singular humor: «Ni yo mismo he cobrado nunca semejante suma por una visita domiciliaria». El teatro de Shakespeare, el pensamiento de Goethe y la universal novela de Cervantes retratan a la perfección la dramaturgia de nuestras vidas, la insatisfacción de la sociedad moderna y la delirante neurosis social.
Hay momentos en los que el 'pan con aceite' de la integridad moral e intelectual ahuyenta pesimismos de superficie. Cuando la juventud se va, no siempre deja a modo de testimonio árboles de hoja perenne con recias raíces que frenen desprendimientos, nos den sombra y frescor en los estíos, cobijo en las lluvias torrenciales, sean escenario, lugar de recreo y reposo de los pájaros, y purificadores de la atmósfera. Una atmósfera de primaveras floridas, estíos sin sobresaltos, otoños de serenas hojas de adiós, e inviernos de ardiente brasero, de vivos recuerdos de ayer, de luz amarilla, similar a la llama de la leña en el rincón, emulando a la del candil de Diógenes que aún sigue buscando a un hombre, o su sombra.
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