Niños y niñas como rehenes
José Luis González
Sábado, 2 de noviembre 2019, 01:13
Menuda semana esta. Entre las imbéciles justificaciones de la violencia y la injustificable manga ancha dese el rectorado de la Pompeu Fabra a los universitarios ... huelguistas en Cataluña, la encuesta del CIS o la orquestada incitación a la abstención de la izquierda por parte de la tramposa y 'patriótica' derecha, los 'Huesos de Aceituna' hubieran sido tan abundantes que podrían haber calentado una casa durante el próximo invierno. Pero no abusaré de su paciencia ni de la de IDEAL, siempre tan generoso con esta columna. Así que hoy trataré un tema mucho más cercano y, en mi opinión, paradigmático de la desigualdad que se está sembrando en este país, con su menguante Estado Social.
Pero supongo que ya conocen ustedes que, desde el día 15 del pasado mes de octubre, 37 colegios de 25 municipios de nuestra provincia no disponen del servicio de comedor, con lo que ya no pueden almorzar en esos centros alrededor de 1.900 alumnos y alumnas. En total casi 1.500 familias afectadas por la suspensión de este servicio de manera indefinida. Digo esto porque fue el pasado martes cuando se sacó de nuevo a licitación, finalizando el plazo de presentación de ofertas el día 11 de noviembre, con lo que no se espera adjudicación –en el caso de que esta sea posible- hasta finales del mes de diciembre. Es decir, esos niños y niñas no podrán disponer del comedor escolar, como mínimo, durante casi tres meses de este curso.
El otro día vi unas imágenes del consejero de Educación, Javier Imbroda, cara a cara con un grupo de madres, sin poder articular palabra ante sus más que razonables exigencias. No supo qué contestarles. Creo que si hubiéramos podido tener acceso a sus pensamientos hubiéramos escuchado algo así: «¡qué puñetas hago yo aquí si lo mío es el baloncesto!». Pues sí, señor Imbroda, lo suyo es el deporte de la canasta y la prueba es su silencio culpable. Porque no hay justificación posible para este desvarío que apunta directamente al corazón de uno de los pilares de nuestro sistema democrático de derechos y libertades: la educación pública universal. Ello, por mucho que las voces circundantes al trío de partidos que gobierna Andalucía lancen sus exabruptos contra lo que ellos llaman «padres subvencionados» o gritan aquello de «quien quiera comedor que se lo pague». Gentes sin la más mínima empatía, que exigen a los catalanes solidaridad mientras le niegan el pan y la sal sus propios vecinos. Porque hay que decirlo alto y claro: una buena porción de esos casi dos millares de niños y niñas tan solo comían de un modo equilibrado y sano en el comedor del colegio. Por múltiples razones que ahora no vienen al caso, pero sin duda la más importante de ellas es la desigualdad, la falta de recursos económicos que cada vez acusan más familias en este país.
El otro día hablaba de este tema con una profesora de un colegio afectado en la comarca de la Sierra de Cazorla. Se le partía el corazón ante la situación de extrema debilidad en el que han quedado algunos niños y niñas. Su experiencia de años anteriores era, en mi opinión, bastante ilustrativa. Me aseguraba que había menores a los que se les notaba el verano en el rostro cuando volvían al colegio tras las vacaciones. Comían peor y lo acusaban en su aspecto. Eso debe saberlo el consejero porque es su obligación conocer estos detalles. Y si los conoce, ¿por qué ha dado lugar a que esta situación se produzca? ¿Cuánto dinero cuesta contratar los servicios de otra empresa entretanto se resuelve la nueva licitación del servicio? ¿Tan inasumible es su coste?
Yo tengo muy claras las respuestas a estas preguntas. Las resumo en la clamorosa falta de sensibilidad de los responsables políticos al más alto nivel andaluz. Para muestra, otro botón. ¿Saben cuál ha sido la solución provisional propuesta desde la Junta?, que los alumnos y alumnas traigan de casa un 'tupper' con el almuerzo para que lo calienten los mismos profesores en el colegio y estos les vigilen mientras dan cuenta de él. ¿Se imaginan la escena, a ese niño o a esa niña que mira su potaje de lata mientras de reojo observa al compañero o compañera dando cuenta de un rico arroz con ensalada y fruta que le prepararon el día anterior?. Si usted fuera el profesor o la profesora, ¿qué haría?; ¿qué diría?; ¿cuál sería su primer pensamiento acerca del responsable de tan 'magnífica' idea? El comedor democratiza algo tan básico como la alimentación de los escolares en un colegio público. ¿Tan difícil es de entender? Así que respondan a estas preguntas, déjense de milongas y actúen. No deshonren más las instituciones a las que dicen servir.
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