Me niego a hablar del maldito virus
Puerta Purchena ·
Ayer oía en la radio a uno que decía que este año nos lo tienen que descontar, que cada uno cuando vaya a celebrar su cumpleaños cuente uno menos porque este asqueroso año no cuentaÁngel Iturbide
Domingo, 6 de septiembre 2020, 23:34
Pues sí, es tal la saturación de información en torno al coronavirus que me ha llevado a decidir que no hablo ni escribo más sobre ... él. Me centro únicamente en lo que por mi trabajo debo estar al día de lo que ocurre en torno a la pandemia, pero nada más. Ya tengo suficiente información con la que me llega al periódico, la que escribimos en la web y las alertas que recibo que no necesito más, estoy total y plenamente informado de la evolución de esta enfermedad que nos ha cambiado la vida y que nos ha hecho mirarla de diferente forma. Me acuerdo de enero y febrero cuando asistíamos cual espectadores curiosos a las noticias que llegaban de China, de Wuhan concretamente donde vio al primer humano el virus este. Lo veíamos con mucha distancia, como si aquí fuera imposible que llegara. La verdad es que no estábamos para ponernos en lo peor porque nuestras vidas continuaban como siempre. Habíamos pasado la cuesta de enero y estábamos disfrutando del carnaval y, los enamorados, de san Valentín por lo que el virus no entraba en nuestros planes. Pero unos días antes de ese carnaval y de ese san Valentín en La Gomera se confirmó el primer caso de coronavirus en el cuerpo de un alemán que estaba allí de vacaciones. Era el 31 de enero de 2020, pero claro eso a nosotros no nos iba a afectar porque ni éramos alemanes ni estábamos en La Gomera ya que el mar Mediterráneo nos protegía y que supiéramos el virus no sabía nadar. Pero a partir de ahí todo cambió y los enfermos empezaron a aparecer y con ellos los primeros fallecidos y la pandemia gobernó nuestras vidas haciendo de este, un año de mierda. Un año en el que nada es ni parecido a lo que habíamos vivido hasta ahora. Ayer oía en la radio a uno que decía que este año nos lo tienen que descontar, que cada uno cuando vaya a celebrar su cumpleaños cuente uno menos porque este asqueroso año no cuenta. Pero dos mujeres de 85 y 87 años decían que eso no les consolaba porque después de este año fallido tampoco sabían cuantos les quedaría, pero que lo que sí sabían es que este ya lo habían perdido.
Y no quiero hablar ni escribir del coronavirus con el fin de no darle importancia y conseguir que pase de largo hasta que llegue una vacuna eficaz que, según algunos, será este mismo año; como la Junta de Andalucía que anunció esta misma semana que en diciembre o en enero empezará a administrar las primeras de las 300.000 dosis que ha comprado. Y la Unión Europea también se ha sumado al carro comprando 300 millones de vacunas que llegarán en 2021. Al final vamos a poder comprar vacunas hasta en los mercadillos. Y digo yo, si España tiene previsto comprar una parte de las 300 millones de dosis de la vacuna fetén, la que está participada por la Universidad de Oxford, ¿qué es lo que está comprando la Junta de Andalucía?
El problema es que de tanto hablar del coronavirus aquí nadie se pone de acuerdo. En lo que sí parecen coincidir los informativos televisivos de este país es en que cada uno de sus telediarios tienen que ser cada vez más largos... y más aburridos. En este país parece que un telediario no puede tener menos de 60 minutos de información machacona y sin ningún orden. Claro, hacer un telediario de 60 minutos no es nada fácil por eso coinciden todos ellos en apuntalar cada noticia, por muy nimia que sea, con testimonios de personas que detrás de su mascarilla o cabezas, con o sin mascarilla, que hablan a través del ordenador cuentan su experiencia, testimonios que dicho sea de paso son tan banales que a nadie interesan, pero es que 60 minutos de información en torno al coronavirus no es fácil conseguir. Por eso, porque no es fácil me imagino que el que se encarga de hacer la escaleta de un informativo se vuelve loco y no es difícil encontrar un telediario trufado de informaciones y testimonios sobre el coronavirus al que le sigue el envenenamiento del opositor ruso, o el recate de pateras en Europa, seguido de la última imbecilidad de Trump para, ya que estamos en Estados Unidos, hablar de la evolución de la pandemia en este país y sumergirnos, de nuevo en un bucle sin fin, en la situación del coronavirus en el mundo. Al final llega el bloque de deportes que vemos si hemos sido capaces de llegar a este momento. Yo, personalmente, hace rato que me dormí.
Por eso entiendan que no quiera hablar ni escribir del coronavirus porque mi nivel de saturación se ha desbordado y como prueba esta columna que para no querer hablar ni escribir del coronavirus me ha salido redonda.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión