Su estreno en las pantallas de cine pasó sin pena ni gloria. Normal, dado que en un par de semanas llegaba a Netflix. En concreto, ... el 24 de diciembre, para que la pudiéramos disfrutar en casa durante el lluvioso fin de semana de Navidad.
No tardó en convertirse en acontecimiento. Todo el mundo comentaba en las redes 'No mires arriba', de Adam McKay, con un reparto espectacular. Con esta película se repite un fenómeno cíclico. Durante los primeros días, la gente habla maravillas de ella y la recomienda fervientemente. Es el placer del descubrimiento. El gustazo del boca-oreja. Se trata de una sátira brutal del mundo en que vivimos que hace escarnio de los populismos, la telebasura y la anticiencia.
Sin nombrar al coronavirus –en este caso, la amenaza es un cometa que se dirige contra la Tierra– habla de los negacionistas y los políticos que toman sus decisiones basándose en su propio interés. De la tiranía del critpto-capitalismo y la posición dominante de los gurús de Sillicon Valley. Del periodismo-entretenimiento que convierte en banal, cuqui y divertida cualquier noticia, por dura, jodida y preocupante que sea.
A los pocos días empiezan a cambiar las tornas. Los comentarios son menos entusiastas. Ven la película quienes no quieren quedarse fuera de la conversación y, con la sensación de llegar tarde, la despachan con un displicente «pues tampoco es para tanto».
Después, los comentarios son peores aún. De «menuda mierda» para arriba. O para abajo. Porque la película es de trazo grueso y lo mismo que empieza sorprendiendo por su descaro bruto y teóricamente asalvajado, provocador y sin prejuicios, termina cansando exactamente por las mismas razones, al margen de la secuencia poscréditos, tan necesaria y divertida… como previsible.
Me gusta el cine de McKay. Por ejemplo, su película sobre Dick Cheney y, sobre todo, aquella joya sobre la burbuja inmobiliaria y la crisis de las subprime: 'La gran apuesta'. Pero en esta ocasión se ha pasado de frenada, por mucho que la película sea oportuna y dé que hablar. Y que escribir y debatir, que falta hace, también.
Si les interesa el tema, busquen la reflexiva y poética 'Melancolía', de Lars von Trier. Y si quieren ver una película sobre cambios de época y fin de ciclo, en Netflix está 'El poder del perro', de Jane Campion. Pausada, morosa y preciosista. Llegados a este punto, una duda: ¿qué pasará este año con 'Black Mirror'?
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