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Un mundo sin control nuclear

La presencia de estos misiles es un error que podría provocar una tragedia planetaria

EDITORIAL

Sábado, 3 de agosto 2019, 22:49

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El pasado viernes se formalizó el abandono por los Estados Unidos del tratado para la eliminación de misiles nucleares de medio y corto alcance (INF, ... por sus siglas en inglés), que Gorbachov y Reagan firmaron en diciembre de 1987. Estos misiles son armas particularmente desestabilizadoras porque, por su escaso radio de acción, llegan al objetivo en minutos. Obama ya denunció en 2014 a Rusia por probar un misil de crucero terrestre 9M729 (SSSC-8 en nomenclatura OTAN) y Occidente está convencido de que Moscú mantiene estos artefactos prohibidos en el enclave de Kaliningrado, incrustado entre Lituania y Polonia; Obama, presionado por sus aliados europeos de la OTAN, renunció a retirarse del tratado, pero Trump no ha tenido tantas contemplaciones: denunció el tratado con los preceptivos seis meses de preaviso, hasta la salida final, que pone en peligro la vigencia del tratado New START sobre número de armas estratégicas de ambas partes, que fue renovado en 2010 y que rige hasta 2021. Parece claro que Moscú no ha sido escrupuloso con sus compromisos, pero lo cierto es que el tratado que ahora se ha cancelado ha servido para destruir más de 2.600 armas nucleares de corto alcance (de 500 a 1.000 km.) y de medio alcance (de 1.000 a 5.500 km.) y ha contenido la carrera nuclear. Washington alega que es preciso negociar un nuevo tratado de limitación que incluya a China -una potencia nuclear cada vez mejor dotada-, pero es difícil que la gran potencia asiática acepte limitarse mientras desaparecen los frenos que se habían marcado Rusia y EE UU. El riesgo nuclear nunca ha desaparecido, y sólo la certeza de la Destrucción Mutua Asegurada ha frenado cualquier exceso. Pero no por ello hay que dejar de rechazar con indignación que, en tanto Estados gamberros como Irán y Corea del Norte experimentan con frivolidad en este delicado terreno, la industria armamentística vuelva a fabricar arsenales nucleares a pleno rendimiento. El equilibrio es ficticio -EE UU destina anualmente a defensa el 3,1% de su PIB, 550.000 millones de euros, y Rusia, el 4,5% del suyo, 60.300 millones de euros-, pero la sola presencia de los misiles nucleares en el tablero estratégico mundial es un error inaceptable que podría provocar una tragedia planetaria de proporciones inimaginables.

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