El moderado Galdós
Puerta Real ·
Se le denegó el Premio Nobel porque intelectuales y políticos conservadores convencieron a la Academia Sueca para elloEl pasado 4 de enero se cumplieron 100 años de la muerte de Benito Pérez Galdós (1843-1920). Durante mucho tiempo, su obra fue postergada ... por anticlerical, liberal y republicana. La verdadera razón del rechazo está en que reflejó las contradicciones de su tiempo, muchas de las cuales aún persisten.
Galdós era un escritor progresista, feminista y moderado –fue Diputado del Partido Liberal de Sagasta, y, más tarde, por la conjunción republicano-socialista–, que rechazó siempre el fanatismo, el caciquismo y la intolerancia religiosa. Por todo ello, la derecha española y la Iglesia fanática lo consideraban un «traidor» y un «mal español».
Por la inquina de la derecha, no se le concedió el premio Nobel de Literatura. Como afirmaba ABC el 4 de enero de 2020, fue «víctima de varias campañas orquestadas por grupos de intelectuales y políticos conservadores que convencieron a la Academia Sueca para que no le concedieran el gran galardón de las letras». Así, un grupo de periódicos y movimientos católicos mandaron este telegrama a la Academia sueca: «La clásica España de los Reyes Católicos, Cisneros, Santa Teresa, Cervantes, y Calderón, ruega a esa ilustre Academia que adjudique el Premio Nobel a Don Marcelino Menéndez Pelayo».
En plena campaña contra Galdós, Benavente, Premio Nobel de 1922, escribía: «Daremos una vez más ante el mundo el lamentable espectáculo de nuestras divisiones y de nuestras intolerancias». Ese espectáculo de intolerancia lo siguen dando hoy los extremistas de derechas, con manifestaciones en la calle, insultando gravemente al Gobierno y pidiendo su dimisión, a pesar del grave riesgo de contagio que sus acciones conllevan.
Para María Ángeles Varela, profesora universitaria y especialista en Galdós, éste «supera a Dickens y a Tolstoi, por su más amplia visión de la realidad». Según Andrés Trapiello, lo que importa a Galdós es el ser humano, «sobre el que posa siempre una mirada compasiva». Galdós, como Cervantes, es único e irrepetible.
En la política española actual, aunque está de moda hablar de moderación y centrismo, porque da votos, cada día es más raro encontrar moderados tolerantes y respetuosos como Galdós, que defiendan los intereses públicos antes que los privados, los intereses del país antes que los de partido, la separación entre la Iglesia y el Estado, una economía al servicio del hombre, y una apuesta decidida por las clases populares. Muchos de los que se autodenominan hoy moderados son muy parecidos al que pintaba Galdós: alguien con un garrote que gritaba «a mí no me gana nadie a moderado».
Galdós fue siempre un liberal progresista, amante de la libertad y del pueblo. Atacó a los poderosos por su ambición y egoísmo, a la monarquía por corrupta, a las masas por doblegarse a los caciques, y en cuanto a su anticlericalismo, tan denostado, consistía en criticar el uso político de la religión, en favor de la derecha, y las ambiciones poco espirituales de algunos clérigos, aunque él siempre se declaró religioso.
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