Ministra Belarra
Marcial Vázquez
Politólogo
Jueves, 26 de octubre 2023, 23:17
El otro día me compré un nuevo libro que añadir a mi ya dilatada cola bibliográfica de mi biblioteca imaginaria: «Por qué fracasa la política» ... de Ben Ansell. Un libro cuya portada se acompaña de diversas críticas de expertos alabando la brillantez de la obra. No dudo de ellos, pero tardaré en comprobarlo. Por el momento, eso sí, puedo disponerme al atrevimiento de responder tan compleja como decisiva pregunta: la política fracasa porque triunfan personas como Pedro, Yolanda, Santiago o Esteban. Pero la política deja de ser un fracaso para pasar a ser una comedia bufa y bochornosa cuando personajes como Ione Belarra pueden ir por el mundo con el título de ministra de España.
Es cierto, y no lo vamos a negar, que la necedad e incultura en este gobierno trampista alcanza cotas tan elevadas que en su competición no está muy claro quién consigue la primera posición; pero siguiendo el hilo del conflicto israelí-palestino nadie como Ione para demostrarnos que no existen límites para el sectarismo cuando se trata de realizar el último acto con tal de conservar el poder. No como su camarada Ada Colau, la cual ha renunciado al cargo de ministra sin que nadie se lo haya ofrecido protocolariamente, ni siquiera en la SER o en el País, verdaderas fuentes de beatificación progresista de la secta de la izquierda cuasitotalitaria que padecemos.
Hay una fórmula, prácticamente infalible, de coherencia política que todos detestan porque deja al descubierto las vergüenzas de la servidumbre partidista: imagina que aquello que está haciendo tu partido lo hiciese el partido rival: ¿lo seguirías defendiendo; qué opinarías? Y, a partir de esto, pensemos en lo que estarían diciendo eminencias constitucionalistas como Patxi López o Carmen Calvo si una presidenta del Congreso del PP tuviese paralizada la fecha de investidura de Raxoi mientras este se dedica a ir lentamente conversando, pactando, anunciando o lo que sea que haga Pedro, a la espera de que decida ponerle fin a este impase de gobierno en funciones que ejemplifica la parálisis ejecutiva y el cautiverio institucional, en una democracia donde existen pocas instituciones del Estado que no estén al servicio de las necesidades del gobierno cuya mitad pide meter en la cárcel a Netanyahu por genocida y la otra mitad, empezando por su presidente, se dedican a darle la mano al brazo armado periodístico al dictado de la ETA.
Pero lejos de señalar la «alta política» como el mayor mal que padecemos en este país de países, las peores consecuencias son esas cosas acumuladas que deja una gestión caótica, sectaria, incompetente y que nada feliz en la negligencia sin importarle en absoluto los efectos económicos y sociales de su desastre ejecutivo. ¿Nadie va a ser cesado por el escándalo que, ante la avalancha de inmigrantes ilegales en las Islas Canarias, centenares de ellos sean subidos a aviones y repartidos por la geografía peninsular? ¿Existe alguien en el gobierno español dispuesto a ocuparse del problema del asalto humanitario a nuestras fronteras?
El lema «Avanza», para presentar ese pestiño de acuerdo entre el PSOE y lo que sea que se llame Sumar, es muy apropiado porque se puede avanzar, perfectamente, hacia un precipicio. Incluso avanzar en el precipicio. Porque España, sin duda, avanza hacia la irrelevancia política y el retroceso económico con esta dupla mortal que forman Pedro y Yolanda. Pero, aun así, es urgente que el reloj institucional funcione y se forme, o no, un gobierno funcional y ejecutivo. Hay dos opciones: que sigamos llamando ministra a Belarra o que venga otro, otra u otre peor a sustituirla.
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