Lo publicaba el viernes Rosa Palo en su columna de última página de este diario: «Bonifacia Valcabado Sanz es una vallisoletana que acaba de cumplir ... 108 años». Todo es verdad, menos lo de vallisoletana, porque Boni, la tita Boni, es burgalesa. De San Martín de Rubiales, exactamente. Allí nació el 14 de mayo de 1914. Ella y sus cuatro hermanas eran muy guapas, según he oído contar a los cronistas de los chismes locales a la hora del mus tras el café y el carajillo. Mi paisana dice en El Norte de Castilla que el secreto de su longevidad es «no trabajar mucho, andar diariamente, comer poco y beber un vaso de Ribera al día». La genética debe contar también, porque los Valcabado son como el olmo de Machado y tienen por costumbre despedirse de este mundo rebasados de largo los 90. A Boni, además de los genes 'duracell', le han ayudado a conocer tantos calendarios su inquietud cultural y su afición al teatro, amén de ese vinillo diario de la Ribera. Dado que bodega y botica tienen la misma raíz griega (apotheke), yo siempre he optado por curarme mis alifafes con jarabes bodegueros y acudir solo a las pócimas de la botica por prescripción facultativa. Otros, como los forofos del brócoli y la quinoa, buscan la longevidad por la vía verde. Hay gente 'pa tó' y «cada uno tiene sus gustos; por eso hay ferias», como dice el refranero.
También en este mes, aquí en Granada, ha cumplido cien años Teresa Sánchez. Teresita –como la llamaba siempre su marido, el periodista y entrañable compañero en IDEAL Pepe Corral– ha sido una mujer adelantada a su tiempo, que inculcó a sus hijos el amor por las artes. Esto me da pie para afirmar que las inquietudes culturales han influido mucho en la longevidad tanto de Boni como de Teresita. En cuanto al vino, tendría que preguntar a nuestra granadina centenaria o a sus hijos si sigue en su sitio el tonelillo de 'vino filosófico' que Pepe Corral tenía en su casa de Capileira. Aquella mixtura sirvió a muchos de sus amigos para alumbrar versos y risas mirando en las noches serenas la luna de agosto, o para ayudar a la chimenea a calentar los cuerpos tras el paseo vespertino por los colores otoñales del Poqueira. Más de una vez bebí también de aquel tonel, oyendo fantasear a Miguelón y a Eulalia Dolores de la Higuera con una casa que acogiera a pintores, poetas, músicos y otras hierbas. Al cabo, la ironía bondadosa de Pepe Corral interrumpía aquellos sueños hablando de Amancio Landín Tovío o Enrique Cazenave Acosta, personajes que vivían en su mente y a los que de vez en cuando les hacía aparecer en letra impresa, en la página de avisos, para jolgorio de la redacción.
Y ahora toca Miguel. En el suplemento extraordinario de los 90 años de IDEAL, escribí que, de la Granada que conocí hace 53 años, el periódico y Miguel Ríos se mantienen tal cual eran. Aunque no llegue a verlo, tengo fe en que este diario alcanzará los cien años y MR también. A nuestro rockero y doctor 'honoris causa' le faltan 22 para entrar en la centena. ¿Qué es eso para quien lleva otros tantos años despidiéndose de sus fans? Miguel acompañará, como nuevo centenario, a Boni y Tere porque la cultura y el vino alargan la vida. Está en ello. Además, tiene que poner en marcha su fundación y eso en Granada no se hace en un rato. Por eso intuyo que cuando el robot de quinta generación de la Inteligencia Artificial despierte, Miguel todavía estará aquí.
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