Muchas veces, nos encontramos con que, de una sola mirada, podemos tener una idea de cómo se comporta una persona cuando la adscribimos a un ... determinado colectivo. Los estereotipos son creencias o esquemas mentales que se forman sobre grupos de personas basándose en esas características percibidas rápidamente por nuestro cerebro, como su etnia, país, género, edad, religión o ¡equipo de fútbol!, entre otros. Son, en definitiva, una forma de clasificar la información con la esperanza de predecir futuras experiencias.
La psicología moderna entiende a los estereotipos como construcciones sociales que emergen y se mantienen en contextos específicos, pero no son siempre verdaderos ni universales; son producto de procesos sociales. Se desarrollan a partir de interacciones entre individuos y grupos, influenciados por la cultura, la historia, la economía y las experiencias compartidas.
Contexto cultural
El contexto cultural juega un papel crucial en cómo se forman y perpetúan los estereotipos. Por ejemplo, ciertas características como la asertividad pueden ser valoradas positivamente en una cultura (como un signo de firmeza), mientras que en otra pueden ser vistas negativamente (como un signo de debilidad). Los medios de comunicación, la educación y las tradiciones culturales tienen su parte de culpa al modelar estas percepciones.
Función adaptativa
Los estereotipos pueden tener funciones adaptativas en ciertos contextos, como ayudar a las personas a categorizar rápidamente información social y reducir la complejidad del mundo social. Sin embargo, esta simplificación puede llevar a malentendidos y prejuicios cuando se aplican de manera indiscriminada o fuera del contexto adecuado.
Interacción dinámica
Los estereotipos no son fijos; pueden cambiar con el tiempo a medida que cambia el contexto social y económico. Las interacciones entre individuos y grupos pueden desafiar o reforzar estos estereotipos, lo que significa que las experiencias personales juegan un papel importante en su evolución.
Impacto conductual
Los estereotipos afectan cómo las personas interactúan entre sí en diferentes situaciones. Por ejemplo, una persona puede actuar de manera diferente hacia alguien que pertenece a un grupo estereotipado debido a creencias preconcebidas, lo que a su vez puede influir en cómo esa persona responde.
Un ejemplo puede aclararnos esta influencia del estereotipo: «los hombres son mejores líderes». Este estereotipo puede haber surgido debido a estructuras históricas de poder y roles de género tradicionales en una sociedad específica con una cultura patriarcal. Sin embargo, a medida que las dinámicas socioeconómicas cambian (por ejemplo, con más mujeres ocupando posiciones de liderazgo), este estereotipo puede ser cuestionado y hasta transformado. Su permanencia puede hacer que se mantengan lo que se llaman techos de cristal en relación con la imposibilidad de alcanzar las mismas metas laborales para las mujeres por la prevalencia de un estereotipo rancio y trasnochado. Es importante reconocer que los estereotipos, tanto positivos como negativos, pueden simplificar excesivamente la realidad y afectar nuestras interacciones sociales; conocerlos en nuestro contexto sociocultural e histórico puede ayudarnos a trabajar para superarlos y promover una visión más inclusiva y justa de las personas.
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