A vueltas con Mircea Cărtărescu
Miguel Arnas Coronado
Miércoles, 9 de octubre 2024, 23:08
Cărtărescu ha sido calificado de posmoderno. Cierto, a mí me recuerda a Pynchon. Y es que el tema de su tesis doctoral fue los posmodernos ... rumanos. Pero, ¿en qué consiste el posmodernismo literario?
El bucarestino mezcla en sus novelas la realidad y el sueño con plena naturalidad, aceptando plenamente que ambos forman parte de lo verdadero. Me gusta que se denomine a su ficción, narrativa onírica. Asimismo, pone en igualdad la alta cultura con la popular, principalmente en la música aunque también en los dichos y chascarrillos vulgares, a los que equipara con la poesía emanada de sus personajes, en esas descripciones de paisajes ciudadanos, o mejor dicho, de las cuevas y entrañas ciudadanas, contadas como bóvedas recordatorias de los dibujos y grabados de Piranesi o Desiderio Monsú, estructuras fenomenales, ciclópeas donde el humano se siente diminuto bajo cúpulas catedralicias que abarcan la ciudad entera e, incluso, la nación rumana completa. Los subterráneos a los que desciende el personaje, solo o acompañado, y donde se encuentra con multitudes que podrían ser de esos innúmeros muertos que Eliot sitúa en el puente de Londres.
La ciudad de Bucarest aparece retratada, tanto en 'Solenoide' como en su gran tríptico 'Cegador', en deterioro, carcomida, no solo en sus edificios, sino en fábricas abandonadas con extrañas máquinas oxidadas, oliendo a moho y aceite mineral podrido, donde el hombre es engullido por ellas, y en sus subterráneos como minas gigantescas. Las estatuas que adornaban los edificios 'jugendstil' o de entreguerras están desnarigadas, desmembradas, con muecas terribles que espantan al niño Mircea en aquella trilogía magistral. Entre los edificios amenazando ruina hay bloques modernos ya ruinosos: las viviendas destinadas al proletariado: es en ellas que se extiende el autor. En los años treinta, Bucarest era «la pequeña París», luego desmereció.
Cărtărescu se niega a navegar con la historia en sus novelas, mas es cuestión inevitable, demasiada realidad lo importuna, y en 'Cegador' describe sin dramatizar la vida durante el comunismo, los motivos de la gran rebelión de finales del año ochenta y nueve, detallando una escasez que abatió a la población, además de esos días que condujeron a la ejecución de la pareja Ceauşescu, con las enigmáticas sociedades que inventa, puramente literarias aunque subversivas para la paranoica 'Securitate'.
Lástima no poder extenderme: lo merecería. Nunca se le concedió un Nobel a un escritor rumano en esa lengua. No le faltan merecimientos y está profusamente traducido al español, por suerte.
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