Vox y la mentira
Opinión | Puerta Real ·
Estos señores, desde que tomaron posesión de las actas, se han especializado en lograr que la campaña electoral que se avecina se les haga a coste ceroAnochece marzo en un mar de encuestas, de políticos que se ponen en fila para buscar portadas, de ciudadanos que bostezan escuchando la estupidez cotidiana ... del mandamás de turno, ése al que los votos le han llegado para aposentarse como parlamentario en Sevilla pero del que somos conscientes que no podemos esperar nada más que el fomento del odio fratricida. Es lo que sucede con los diputados de Vox, los señores de la radicalidad que han sido capaces de convertir en evidencia aquella frase de Mark Twain (o no sé bien ahora si de Disraeli, pero para el caso es lo mismo) de que existen tres tipos de mentira: la mentira, la mentira maldita y las estadísticas.
Con doce diputados, lograr que constantemente hablemos de su habilidad para pervertir la verdad de las tres formas posibles tiene su mérito, nadie crea. Porque estos señores, desde que tomaron posesión de las actas, se han especializado en lograr que la campaña electoral que se avecina (vivimos en una campaña electoral perpetua) se les haga a coste cero desde la prensa, desde los medios, gracias a esa pericia que tienen para agredir a la gente indiscriminadamente faltándole al respeto.
La semana la inició un tal Benito Morillo afirmando desde la tribuna de oradores que los defensores de la Ley de Memoria Histórica son unos «buscadores de huesos», que ejercen el revanchismo. Una inmoralidad que nunca debió permitir la Presidenta del Parlamento, Marta Bosquet. No sé si ese prenda, Morillo, tendría el valor torero de ponerse frente a frente con un señor de ochenta años que lleva cuarenta intentando rescatar los huesos de su madre, enterrada en una cuneta tras dos tiros negros que anticiparon la amanecida; o de esa señora que sabe que su padre fue uno de los fusilados en las tapias de un cementerio para luego ser lanzado a una fosa común con cal viva y dedica sus últimas fuerzas a rescatar su memoria. Porque la mentira, pretender disfrazar de revancha que alguien quiera enterrar dignamente a sus muertos, tener un lugar al que llevarles siquiera una flor, una palabra o una lágrima última, es una maldad infinita e intolerable. Y más grave es que su líder en Andalucía, el exjuez Serrano, sostenga la validez de tal infamia. A nadie debiera sorprenderle ya, porque Serrano es el personaje que dice que la brecha salarial entre hombres y mujeres es fruto de la manipulación de las informes que están usando las supremacistas feministas para reforzarse.
Pero lo que más espanta es que haya aún gente que siga a estos hooligans, que dé carta de naturaleza a unos individuos carentes de empatía, capaces de levantarse cada mañana intentado que la realidad les entorpezca lo menos posible su ideario. Porque Vox, se antoja evidente, resultaría un chiste malo si no fuese tan peligroso para la convivencia democrática. Los radicalismos llevan cuarenta años intentado dañar la armonía entre españoles, pero jamás habían tenido este protagonismo, estos apoyos que son el fruto indeseado del resquebrajamiento de la confianza en los partidos tradicionales, tanto de izquierda como de derecha. Y es preocupante porque la mayoría no estamos dispuestos a echar nieve al olvido sobre la sangre de los muertos, ni vamos a renunciar a la igualdad de derechos, ni a dejarnos manipular por quienes tienen la vileza de despreciar el sufrimiento ajeno.
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