Aveces aparecen las miserias ocultas de nuestras sociedades, los problemas que se van gestando en la oscuridad, porque no les llegan los focos mediáticos. Y ... lo que está surgiendo es espeluznante y más aún, debería alertar a todos, para pensar en posibles soluciones.
Me refiero al destino de nuestros menores, nuestros niños y niñas, que están sufriendo, según los estudios recientes. Lo que más doloroso resulta es que peligra su salud mental. Según estimaciones de Unicef, se calcula que más de 1 de cada 7 adolescentes entre 10 y 19 años sufre algún trastorno mental diagnosticado en todo el mundo. En España, la Sociedad Española de Pediatría ha hecho sonar la alerta, junto con otras asociaciones similares avisando de que durante el año 2020 se suicidaron en España 14 niños menores de 15 años, el doble que en el anterior y que entre los jóvenes de 15 a 29 años el suicidio es la segunda causa de fallecimiento, tras los tumores malignos. Ni que decir tiene que entre los menores que tuvieron que emigrar esos datos se multiplican.
Hay muchas estadísticas a todos los niveles que apuntan en la misma dirección del incremento de ese mal que afecta a las almas de los más vulnerables, los que aún no han tenido ocasión de conocer la vida y reaccionan ante las dificultades como pueden. Tampoco ayudan las modas en internet que los colocan al filo del abismo de la autodestrucción, a base de juegos aparentemente inocentes.
Y mientras tanto, los adultos arrastrando sus traumas, ignorando que muchas de sus conductas podrían ser la causa del dolor de niños y adolescentes, sin pensar siquiera que se juegan el futuro propio y de esos seres especialmente vulnerables. Si olvidar que no hay una escuela que les enseñe a educar a sus retoños, lo cual no deja de ser una carencia muy grave, según estamos viendo.
Preocupados por la inflación, lo caro que está todo y el temor a una recesión, que suena a terrible, estamos dando de lado a algo mucho más importante y trascendente, porque llega más allá de nuestras vidas. No solo les vamos a dejar un mundo descontrolado y violento a nuestros descendientes, contaminado en todos los niveles posibles, un mundo donde se prefiere a la mentira y se denigra la verdad… sino que los enviamos al futuro sin posibilidades de hacerlo mejor, marcados por recuerdos insoportables, miedos atávicos, desórdenes psicológicos, y lo que es peor, sin fuerzas para llegar a ser lo que ellos quieran, porque ni siquiera han aprendido a conocerse a sí mismos, que es lo fundamental para dirigir la propia vida.
Ya que nuestros políticos han demostrado su incapacidad para ponerse de acuerdo hasta ahora, vamos a ver si se dan cuenta de que aquí tienen un campo donde deben actuar por el bien de todos. Estamos preocupados por el cambio climático, lógicamente, pero no hacemos nada ante la continua subida de las cifras sobre la salud mental de nuestros niños y niñas. Urge establecer un plan serio y coordinado con todas las comunidades autónomas, contando con los especialistas de las diferentes ramas, para que ellos también hagan sus recomendaciones en favor de la salud mental de todos. No podemos permitir que los niños sigan en peligro ni un día más.
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