Mascarilla republicana
Después de la resaca de la irresponsabilidad juvenil que, de copas y a lo loco, ha sido noticia en periódicos, televisiones y redes por esa ineficacia preventiva de las autoridades incompetentes, en el puente hispánico me levanté, con dolor de cabeza y preocupación
Después de la resaca de la irresponsabilidad juvenil que, de copas y a lo loco, ha sido noticia en periódicos, televisiones y redes por esa ... ineficacia preventiva de las autoridades incompetentes, en el puente hispánico me levanté, con dolor de cabeza y preocupación. Fui a despejarme, prima hora, con café y churros –que ya te los mandan a casa– y encendí la tele sintonizando La1, que sin ser la primera es la que te emite, de vez en cuando, los actos institucionales. Quería ver qué habían inventado la pareja gubernamental este año del coronavirus para celebrar y significar el Día de la Hispanidad con la solemnidad requerida. Y la verdad es que dentro de esta locura pandémica que nos atrapa, no estuvo mal el acto militar, con parada o desfile en el Palacio Real. Hubo algunas ausencias –no me refiero a los déspotas políticos que nunca asisten– yo eché en falta el paso lento y las chirimías de los Regulares, aunque siempre es emotivo el ligero paso centenario legionario, esta vez sin cabra.
Hay que reconocer que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, después de sitiar Madrid, ha convencido a sus convenientosos compañeros de viaje para que asistiesen al acto pero fue un desprecio protocolario el que Pablo Iglesias, líder de Podemos y actual vicepresidente del Gobierno, fuese descorbatado, de riguroso paisano y con mascarilla e insignia republicanas en un acontecimiento que presidió el Rey, Jefe del Estado. Hay que recordar que Pablo Iglesias se trajeó de smoking y calzado acharolado para los premios Goya hace unos años.
Si España funcionara como cualquier país de su ámbito, tanto el protocolo de Moncloa como el de Zarzuela le hubiesen obligado al impresentable provocador a respetar las normas de decoro para tal fin. Pero no lo hicieron. Demasiada, excesiva tolerancia. Eso sí, Iglesias lució un moño envidiable. ¡Quién pudiera presumir de coleta con cargo al Estado!
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