El perfil de José (Pepe) Mujica era lo más parecido a ser un buen político y un buen gestor de lo público. En sus intervenciones ... siempre realizaba un alegato por la justicia social y contra el capitalismo voraz y lo practicaba, que es lo que le diferencia del resto. Es muy difícil no estar de acuerdo con alguien que amaba a su pueblo, sus derechos y libertades siendo, precisamente, privado de todo ello durante más de una década debido al régimen de su país. Al quedar libre, como Nelson Mandela, no esparció odio. Todo lo contrario.
Mujica dejó mucho por hacer a falta de tiempo y de apoyo tanto en su país como fuera de él, pero en el poco tiempo en el que estuvo impulsó la aprobación del autocultivo y de la venta de marihuana en farmacias, la habilitación del matrimonio entre personas del mismo sexo y la ley que despenalizó el aborto antes de las 12 semanas de gestación, entre otras cuestiones. Derechos y avances que se siguen viendo como amenazas. Mujica es de esos políticos que el poder quiere aniquilar porque supone una amenaza para los privilegios de los que disfrutan quienes quieren hacernos creer que merecen más que el resto y aún no sabemos muy bien por qué. Pérdidas como la de Pepe Mujica bien merecen echar una lágrima porque, con más gente como él, a buen seguro que nos iría mejor a todos y a todas, porque dejaríamos que alguien con cabeza y corazón nos indicara por dónde debe caminar la sociedad para mejorar. Por desgracia, no abundan y, cuando salen, se tienden a pisotear.
Las reacciones del espectro político ante el fallecimiento del expresidente de Uruguay han sido muchas y variadas y tan sólo unas pocas merecen ser tenidas en consideración porque vienen de quienes, realmente, hablan el mismo idioma que Mujica.
Entiendo que ha de ser complicado, como político o política, responder a la exigencia social de tener una opinión formada sobre todas las cuestiones y, quizá, deberíamos pensar que no pasa nada por callar. Ha de ser especialmente difícil, como es el caso, dedicar un epitafio sintiendo, además, presión por tener que hacerlo cuando, realmente, no hay ninguna necesidad para ello. Traigo en este momento como ejemplo el 'pésame' del líder nacional del PP ante la muerte de Mujica; palabras que, muy probablemente, nadie le haya pedido y que, incluso, podía haberse ahorrado. «Desde la discrepancia ideológica, siempre diré que fue una persona cordial y hospitalaria en Montevideo y fue acogido de igual forma en Galicia. Mi pésame a la familia y amigos de Pepe Mujica» es el comentario de Núñez Feijóo sobre Mujica.
En el caso de invertir a los actores, dudo mucho que el uruguayo suscribiera un texto tan vil; principalmente, porque el líder del PP ha jugado hasta ahora un papel absolutamente insignificante en el panorama internacional y, por ende, ni se le conoce y, por otro lado, porque Mujica tenía clase y pese a tener, como bien dice Feijóo discrepancias ideológicas, no hablaría así de nadie sobre el que no tuviera nada bueno que decir. La ideología no hace buenas o malas personas, pero es verdad que muchas 'no buenas' personas tienen, curiosamente, la misma ideología de derechas.
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