Así se ensancha el alma
La reacción a la muerte de Robe Iniesta habla del poder que aún tiene la música para unirnos
Marta San Miguel
Jueves, 11 de diciembre 2025, 00:22
Ahora que nos habíamos acostumbrado a ver la pestaña roja del urgente sobre las cabeceras de nuestros periódicos, va la actualidad y nos atiza uno ... de efectos tectónicos, un aviso tan rojo que casi es granate porque se ha mezclado con el albero de aquellas plazas donde nos puso en pie el músico Robe Iniesta. A las siete de la mañana, con el café recién hecho, copio el enlace de la noticia de su muerte para compartirla con los amigos, los mismos con los que he compartido sus conciertos, sus discos, los que grababan cintas con sus mejores temas y a los que yo escribía poemas usando estrofas de sus canciones: «Me he mirado en el espejo, y no estaba ahí mi reflejo, he debido de desaparecer».
Es la última convocatoria de 'El hombre pájaro', reunirnos alrededor de su último vuelo, pero no sé qué hacer con la noticia. No quiero ser yo quien les cuente que la voz que vinculó a varias generaciones de españoles con un rock transgresivo, maleante, invocador y pletórico se ha muerto a los 63 años; que todo se está acabando, que se nos lleva el aire, como él cantaba: ¿quién quiere tomar conciencia de eso un miércoles por la mañana? Dicen que somos los periodistas los primeros que debemos de dar las noticias, por eso dejo que los periódicos se lo cuenten. O sus canciones: «Tal vez si pudiera hablarte, de si fuera cierto, que el poder del arte, bien nos pudiera salvar, de una vida inerte, de una vida triste, de una mala muerte, bien nos pudiera salvar».
Como sucede con algunos escritores o intérpretes, la muerte de un músico que nos ha conmovido siempre nos golpea, pero algunas pérdidas dejan abolladuras. Es fascinante que suceda ese péndulo emocional a pesar de no conocerlos en persona, y sin embargo, el día que muere Robe Iniesta, el fundador de Extremoduro, media España lo llora y la otra media se santigua ante el 'Jesucristo García' que nos hizo tener fe en el poder de la música, que por encima de las modas, de los gustos o etiquetas, es capaz de nombrar lo que no alcanzan a decir las palabras:
«Ama, ama, y ensancha el alma».
La música no es solo un sonido que pones de fondo: es el poder de convocarnos, de unirnos. Y quizá por esa razón, la sacudida emocional trasciende la pena de los fans y ha convertido la muerte de Robe en otra cosa. Como hacían sus discos, el extremeño se va agarrándonos de las solapas para que recordemos, uno detrás de otro, los instantes que rodearon a cada una de sus canciones. Escuchar música no es solo entretenimiento, es una catapulta, un fenómeno tectónico: «Recuérdame de qué está hecha la vida, que a veces se me olvida la razón, y alégrame esta amarga despedida, recuérdame de qué está hecho el amor». De lo que dejas, Robe.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión