Marruecos y la política española

De haber tenido España una buena estructura y dedicación en las relaciones diplomáticas con Marruecos, muchas de las situaciones que se han producido en las últimas décadas no habrían tenido lugar. La falta de olfato político y la incapacidad para discernir los mensajes de la inteligencia española, unido a un falso espíritu de cooperación económico y social, nos han deparado una realidad en las relaciones institucionales, no solo desconcertantes sino totalmente incoherentes por parte de España y nuestro vecino del sur. Ello provoca de una parte, la pérdida de respeto al Estado español y de otra, el abuso institucionalizado de nuestro sistema de sociedad del bienestar por parte de Marruecos.

La presión migratoria sobre las Canarias, el cierre de fronteras con Ceuta y Melilla, el goteo incesante de pateras en el Sur de España, no son más que acciones estratégicas de Marruecos ante el fracaso de las relaciones diplomáticas que, por parte de España, no responde a ninguna política de Estado clara y definida. Se pueden mantener excelentes relaciones con los vecinos si se saben manejar los instrumentos de la diplomacia, establecer un conjunto de lealtades claras y perfectamente definidas como marco de las relaciones entre ambos países; y si todo esto falla, asegurar la puesta en marcha de medidas técnico administrativas que posibiliten la reflexión y el cambio de actitud. Actualmente España puede poner en práctica, si el Gobierno es capaz de determinarlas y definirlas, una serie de medidas de profundo calado estratégico que imposibiliten a Marruecos realizar actuaciones de esta naturaleza.

Desgraciadamente para España, los últimos gobiernos y de una forma muy determinante el actual, han venido favoreciendo situaciones de crisis con Marruecos sin haber sido capaces de reconducirlas o incluso de abortarlas. En estos momentos la situación es compleja y de no actuar con inteligencia y determinación, la situación se puede tornar más grave y de muy difícil solución, que además puede suponer la pérdida irreparable de las ciudades de Ceuta y Melilla.

Geoestratégicamente Marruecos actúa como estado tapón para hacer frente a los procesos de inestabilidad de los estados fallidos del Sahel y del avance de los regímenes que se inscriben en la órbita de países como Rusia y China, como es el caso de Argelia. Es por ello que Estados Unidos haya dado carta blanca para el rearme marroquí que, en estos momentos, ya alcanza un potencial significativo cuantitativamente y cualitativamente. Pero no es el enfrentamiento armado lo que pueda ser una salida, es prácticamente imposible que se produzca con España a no ser que ocurriese un cambio profundo en la actual estructura del poder en Marruecos.

Marruecos y España están obligados a entenderse, pese a que la prensa marroquí se exacerbe provocando el odio a España como lo ha hecho estos días, un gran número de marroquíes aman y quieren a España, se han nacionalizado en nuestro país, quieren vivir con nosotros, compartir el futuro y pueden que adopten una posición opuesta a lo que Marruecos pueda creer o le hagan creer. Cuidado con seguir tensando la cuerda o permitiendo que se tense.