El beso contemporáneo, ¿catapulta o sacapelas?
Marina Rueda
Viernes, 28 de febrero 2025, 22:58
Y digo yo: entre tanto delito, ¿acaso se impugna la manipulación de la sociedad? Hasta donde entiendo, somos la sociedad más crédula que protagoniza los ... libros de historia y no hablo de intelecto sino de necedad. ¿Acaso se ajusta la fracción de recursos físicos que ostentaban nuestros abuelos —y, digo físicos porque carecen de 'control F'— a la potencia de su retención cognitiva si se compara con la miríada de apuntes polvorientos que decoran los recovecos de casa?
Leer ya no es más un lujo; el pasatiempos ahora consiste en elucubrar poco y 'cascar' mucho porque la depravación de escucha hace que de la misa entendamos la mitad. Nos movemos como borregos, guiados por una farándula, romantizada y romanizada. Incurro a los ítalos por ser expertos en alimentar con pan y entretener con circo porque el engaño del dócil es el acierto del truhán.
Hoy es un día candente y aún queda mucha cuerda por dar. Quede claro que rubios hermosos hay por todas partes, lo que pasa es que la falta de atención mediática los relega a un segundo plano. Recalco que hay muchas maneras de expresar euforia y esta no debe ser la más adecua. Sin embargo, me enerva y me asusta pensar que un pico tiene la facultad de sepultar más que las toneladas de ponzoña que emplean los transgresores para sus fechorías. Pasada y rebajada su condena comparten calle con las familias de las víctimas, los titulares dejan de acaparar las sobremesas y la falta de cotilleo se sustituye por chismes y morreos.
Quizá sea momento de dejar los pleitos en manos de la justicia y confiar en que hagan su trabajo pero también de asumir nuestras responsabilidades y no alimentar tanto espectáculo. Alimentémonos a nosotros mismos. No podemos permitir que nos sigan embelesando a coste de analfabetizarnos. Necesitamos comparar la información, culturizarnos y aprender a analizar con perspectiva. Educarse en la crítica es tan importante como escuchar porque si seguimos siendo cómplices de una sociedad inepta, seguiremos siendo víctimas de sus farsas.
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