Un problema complejo
María Dolores Fernández-Fígares
Martes, 28 de mayo 2024, 23:56
Mis informados lectores se habrán percatado de que en Granada, pero también en otros lugares, están surgiendo nuevas plataformas de vecinos, ante la nueva situación ... que está afectando al derecho a la vivienda y la convivencia de los barrios históricos, es decir, los más antiguos. Estos grupos de vecinos que se han formado en el Albaycín y el Realejo se proponen dar visibilidad a los problemas con los que se enfrentan a diario, a punto de convertirse en pseudo parques temáticos, muy bonitos y evocadores, pero vacíos de vida.
En el caso del Albaycín, esto se venía venir desde hace algunos años, por una serie de problemas que se fueron juntando y combinando, pero el fenómeno de la masificación del turismo y los llamados «pisos turísticos» le está dando la puntilla. Pocos son los que deciden vivir en el barrio, ni en alquiler ni en propiedad, pues los precios están por las nubes. Es lógico que la posibilidad de hacer negocio con una casa, o con una cueva, atraiga a los propietarios y a los inversores y que todos tenemos derecho a buscarnos la vida como podamos. Pero, como casi todo es cuestión de número, está cada vez más claro que este nuevo «mercado» que se está llevando por delante la calidad de vida de quienes habitan en estos barrios, de tal manera que se hace necesario regular este fenómeno, no vaya a ser que la codicia rompa el saco y algo que era atractivo, interesante, se convierta en una pesadilla insufrible para propios y extraños.
Por otra parte, concretamente en el Albaycín, hay zonas por las que es imposible transitar en algunos momentos del día, teniendo en cuenta que casi todas las calles son muy estrechas Lo experimenté ayer cuando a la puerta de mi casa se detuvo un grupo de por lo menos treinta turistas, con su guía, que les ilustraba acerca de la historia del Sacromonte. Estaban tan concentrados, que no se dieron cuenta de que yo, una vecina, pretendía salir de mi casa. Pedí que se apartaran un poco, pero ni caso, tuve que subir el tono de voz, hasta que el guía dio la «orden» de dejarme pasar. Lo que me sorprendió fue escuchar que alguien preguntaba: «¿Es que en este barrio vive gente?». Eso lo explicaba todo: el escándalo que formaban con sus comentarios, disponer del espacio público, sin tener en cuenta a los habitantes de un lugar, en este caso los albaicineros. Me sonó como una premonición de lo que ya está empezando a pasar: cuando una casa se está restaurando o reformando, casi siempre es para adaptarla a las exigencias de un uso más lucrativo, que merece la inversión que precisamente en estos barrios antiguos resulta más costosa en general.
Todavía estamos a tiempo para regular una actividad que puede desbordarse y provocar efectos negativos que nadie quiere. Salvo en el caso de los ultraliberales, la gente sensata sabe que no basta dejar que el mercado lo haga, porque no lo va a hacer, especialmente en las zonas antiguas, que son mucho más vulnerables. Ya están tomando medidas otras ciudades y comunidades autónomas y no veo por qué en Granada no se han puesto todavía las medidas pertinentes. Está claro que el turismo es necesario para nuestra economía y no se trata de poner trabas, pero nuestra obligación es cuidar a la gallina de los huevos de oro para que siga produciéndolos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión