Marruecos en el corazón
Me he acordado estos días de un slogan turístico de hace algunos años que define ese sorprendente país: «Marruecos, tan lejos, tan cerca»
María Dolores Fernández-Fígares
Martes, 12 de septiembre 2023, 23:03
Es inevitable sentir dolor por las víctimas del terrible terremoto que ha golpeado al reino de Marruecos. A medida que pasan los días, las cifras ... se hacen más y más grandes, especialmente en las aldeas desperdigadas por el Atlas, donde es tan difícil acceder, tanto que al día de hoy, lunes, no han llegado ayudas de ningún tipo, más que los periodistas que han dado fe del desamparo de quienes lo han perdido todo, es decir, todo: casas, enseres, hijos, padres, madres, hermanos, hermanas, el futuro…
Poco a poco, se está despertando una oleada de solidaridad entre nosotros para con el pueblo marroquí, que está sufriendo, tan cerca. Las reacciones no se han hecho esperar, pues en estos casos hay que actuar con rapidez, sobre todo por parte de quienes están entrenados en la búsqueda y el rescate de víctimas de los desastres. No dejo de asombrarme con qué celeridad han cruzado el estrecho, no solo los que se dedican a estas cosas de manera profesional, como los cuerpos de bomberos, o la unidad militar de emergencias, acudiendo a la petición del rey de Marruecos, que debe saber lo eficaces que son.
Pero también son igualmente admirables los grupos constituidos por organizaciones no gubernamentales de voluntariado, que tienen esa vocación de ayudar en lo que haga falta, especialmente en estos momentos decisivos cuando todavía se pueden salvar vidas, incluso poniendo en riesgo las suyas. Hay mucho trabajo que hacer, tratándose de un estado que, si bien ha mejorado en los últimos años, no se caracteriza precisamente por su sistema público de asistencia en todos los sentidos. Solo la solidaridad de los que comparten sufrimiento, que se ayudan los unos a los otros, ha podido alcanzar a las poblaciones más vulnerables, que son precisamente las que registran más víctimas mortales. Mientras llegan las ayudas nos están ofreciendo un maravilloso ejemplo de fraternidad y dignidad.
Me he acordado estos días de un slogan turístico de hace algunos años que ha quedado como frase que define ese sorprendente país: «Marruecos, tan lejos, tan cerca». Nos separan apenas catorce kilómetros y estamos en otro mundo, a veces hasta en otra época, lejana, como si el pasado se hubiese cristalizado. Y al lado, ya se nota un despegue de modernidad, que se ha acentuado últimamente. Al mismo tiempo, es inevitable sentir la cercanía de sus habitantes, especialmente los que hablan nuestro idioma y las semejanzas de muchos paisajes, que parecen continuación de muchos parajes de Andalucía, tanto en lo que se refiere al verdor de sus campos como también los desérticos, montañosos y áridos. Es mucho lo que nos une, aunque también existen barreras construidas por la falta de comprensión mutua, que nos separan. Por ejemplo, parece mentira que circulen por las redes sociales comentarios islamófobos y xenófobos, sin pizca de compasión.
Hay una frase preciosa de Al Zubaidi, que fue preceptor del califa Al Hakam II, en Córdoba, precisamente el que impulsó la cultura y la ciencia en Al Andalus, y propició la paz y la prosperidad en su reino. La frase viene a ser una síntesis de una cierta manera de vivir, abierta a los demás: «Todas las tierras, en su diversidad, son una, y los hombres todos son vecinos y hermanos». Afortunadamente, hay muchas personas que piensan como Al Zubaidi. Todos con los marroquíes, que son vecinos y hermanos.
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