La casería de los Cipreses
Si no saben qué hacer con ello, les aconsejo que se apoyen en los vecinos de la plataforma, que lo tienen muy claro
María Dolores Fernández-Fígares
Miércoles, 27 de septiembre 2023, 00:01
A lo largo del tiempo, la nómina de pérdidas granadinas sigue engordando con nuevos desaguisados: palacios y casas nobles abatidos para sustituirlos por edificios anodinos, ... huertas y jardines engullidos por los ladrillos y el cemento. Y lo malo es que la desidia, la falta de apreciar las herencias bellas, no se han sustituido por la firme voluntad de mantener vivos los tesoros que nos ha legado el tiempo. En muchos casos, la destrucción se produjo directa y sonoramente: de la noche a la mañana se venían abajo palacetes preciosos, jardines históricos y demás. Otras veces el deterioro era paulatino: los edificios iban perdiendo sus atributos más destacados, poco a poco, «como quien se desangra», que diría Ricardo Güiraldes, el escritor argentino, a través de su personaje don Segundo Sombra. Un día desaparecían las rejas, otro los adornos de la fachada principal, hasta que el edificio empezaba a desmoronarse. Los dueños lo que querían era que el solar fuera recalificado y apto para nuevas construcciones y en cuanto a los terrenos que los rodeaban pues lo mismo.
Pero lo que quiero traer a este pequeño rincón del periódico es un caso muy singular porque se trata de una noble casa de las que se denominaban 'caserías' en la Vega granadina, y se conoce como la casería de los Cipreses, cuya propiedad es del Ayuntamiento de la capital, nada menos. Además encima goza de la 'protección' del PGOU con nivel 2. Se encuentra junto a la carretera que va a Jaén, rodeada de edificios que pertenecen a Maracena y hacen pinza con los barrios de Almanjáyar y Albayda. Cuenta con un edificio principal, una vivienda para labradores y otras construcciones que se destinaron a almazaras, bodegas, almacenes, corrales, etc. Ya en época romana había villas en esa misma zona y después alquerías en los tiempos andalusíes. Es casi un milagro que siga en pie una casería, que es heredera de ellas.
La última vez que estuve por allí, quedaba apenas un ciprés, el árbol que da su nombre a la casería. Y colgaba en la fachada del edificio, ya muy perjudicado, una pancarta colocada por una plataforma constituida por los vecinos de la zona, que quieren llamar la atención municipal para que no se olvide de sus deberes para con su propio patrimonio. Si no saben qué hacer con ello, les aconsejo que se apoyen en los vecinos de la plataforma, que lo tienen muy claro.
Dicen que los fondos europeos Next Generation serán la solución para emprender una rehabilitación del edificio y de su entorno. Esperemos que los munícipes se comprometan a recuperar un trocito de aquella vega milenaria, tan cerca de la ciudad.
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