Gente buena
El 'buenismo' es una caricatura de la bondad, que hace mucho daño a nuestras sociedades, donde abunda el mal, a veces disfrazado en las numerosas muestras de esa falsedad
Si tuviera que decir qué es lo que más falta hace hoy en día en el mundo diría que gente buena, así, tal cual; en ... todos los ámbitos, en todos los lugares donde se encuentran los seres humanos, necesitamos más bondad. No me refiero a esa gente tontorrona y blanda, incapaz de analizar a las personas y sus comportamientos; que piensa que todos tienen buena intención, y si han causado dolor no ha sido de manera consciente, como sin querer, incapaces para aceptar que existe el mal en nuestras sociedades.
Esa falta de discernimiento se suele denominar 'buenismo' que, según dice la rae, significa: Actitud de quien ante los conflictos rebaja su gravedad, cede con benevolencia o actúa con excesiva tolerancia.
Lo malo es que, con bastante frecuencia, el buenismo se suele confundir con la bondad, quitando de esta manera todo atractivo para aquellas conductas que consideramos buenas de verdad y desacreditando a quienes practican esa difícil virtud, que además, no son muy numerosos y es difícil encontrar a quienes tienen esa cualidad tan escasa. Digamos que el buenismo es una caricatura de la bondad, que hace mucho daño a nuestras sociedades, donde abunda el mal, a veces disfrazado en las numerosas muestras de esa falsedad.
Los verdaderos/as buenos/as son fuertes y firmes y si hay alguna característica que les distingue también es su capacidad para sacrificarse y entregarse a los demás, haciendo todo lo posible por encontrar nuevos caminos que sirvan para paliar el dolor y la tristeza. Para saber si alguien es un ser humano bueno de verdad, basta con conocer cómo lleva su vida, cuáles son sus prioridades, como sabe a cercarse a los demás y comprenderlos, pero sobre todo lo que valen son sobre todo sus obras. Porque no es solamente un ser humano, sino alguien que deja huellas, que ayudarán en el camino de los que vienen detrás, porque su vida marca el rumbo que habrán de seguir.
Pensaba sobre quiénes son los que merecen ser considerados buenos de verdad, hace unos días, cuando despedíamos a mi prima Kim Pérez, que nos ha dejado tras una vida entregada a los demás, abriendo camino para quienes no tenían nada fácil encontrar el sentido de su propia vida y su propia identidad. Ya se ha hecho cargo Ideal y muchos otros periódicos de señalar sus méritos y las conquistas sociales por las que luchó, siempre con la sonrisa por delante y unos gestos amables. Ella luchó con una gran sabiduría por la aceptación de la diversidad en un ámbito complejo y aportó al movimiento en el que militó la sensatez y la habilidad para hacer que se abrieran las puertas tercamente cerradas por quienes no supieron ver el alcance de ignorar una realidad a la que había que darle respuesta. Kim lo consiguió, con el bagaje de sus años de búsqueda, que es su misma historia. Su trayectoria es el ejemplo que muchos y muchas han podido seguir. Gracias a ella, el horizonte es más claro para los que se preguntan quiénes son, por otra parte, es la pregunta que todos deberíamos hacernos.
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