Cristóbal Colón, genocida
«No sé si al final lo que pide la carta son disculpas de un Borbón que ni siquiera es descendiente de Isabel la Católica»
Marcial Vázquez
Politólogo
Jueves, 26 de septiembre 2024, 23:05
Pocas cosas dan más pereza intelectual que el 12 de octubre de cada año. Por un lado, los de siempre que van al desfile a ... insultar y abuchear al presidente del Gobierno; y luego, la izquierda podemita anti española, que demuestra con orgullo como odian su propio país y lo profundamente analfabetos que son. Pero ahí están para recordarnos que «no hay nada que celebrar» y que Cristóbal Colón cometió un genocidio. La verdad es que tanto Colón como Pizarro o Hernán Cortés son como una especie de «Franco» para todos esos caudillos bananeros que abundan por Latinoamérica y que muy a menudo echan mano del descubrimiento de los españoles para ocultar su propia corrupción y su intrínseca miseria política y de gestión.
Ahora nos ha tocado una especie de crisis diplomática con México, pero sin llegar al enfado del trampismo institucional con Milei, porque en este caso solo se ha insultado al Rey y a nuestra propia historia, una minucia al lado de meterse con la mujer de Pedro Tramp. Como no podía ser de otra manera, lo que queda de Podemes y los terrolistas de Batasuna sí van a ir a aplaudir a Claudia la mexicana, en su toma de posesión, ya que en estos casos siempre es conveniente apoyar al aliado, aunque sea a costa de cagarte en tu propia casa. Lo importante, dejando al lado estos mindundis pagados con los impuestos de todos, es que el diario oficial del Gobierno trampista se ha mostrado claro y rotundo en su editorial: no les termina de convencer lo que hace el gobierno mexicano, pero pide que, por favor, los españoles reflexionemos sobre nuestro pasado desde aquel 1492 en el que descubrimos unas tierras de ultramar. Es decir, que en el fondo le dan la razón al presidente López Obrador cuando escribió una especie de carta a Felipe VI exigiéndole que pidiese disculpas por la conquista española hace 5 siglos.
La carta en sí es una sarta de idiotices absolutas y de manipulaciones históricas propias de esa casta latinoamericana elitista cuya única identidad es el odio a los españoles y explotación del victimismo. No sé si al final lo que pide la carta son disculpas de un Borbón que ni siquiera es descendiente de Isabel la Católica, o lo que quiere es que España le pague unos millones de euros para reparar los daños causados. Pero la respuesta es clara: ningún Rey ni ningún presidente español tienen que pedir perdón por nada de lo sucedido entonces. Una cosa son las reflexiones históricas de lo que pasó en aquel momento, de excesos que se cometieron y situaciones que desde nuestro prisma actual serían inadmisibles. Pero eso de juzgar la historia de siglos pasados desde los ojos del presente es una forma tramposa y suicida de traicionarse no solamente a uno mismo, sino a la verdad.
Dejando de lado esos momentos iniciales de conquista y sometimiento, la realidad es que la Corona de España quiso y mantuvo, hasta que pudo, a los nuevos territorios descubiertos como una parte de la propia nación española. La situación tan paupérrima de casi toda Latinoamérica no es culpa de los Austrias, ni de los Borbones, ni de Pizarro. Llegados a este punto, podríamos mandar a la ministra Chiquita de la Calzada a que se lo explique a los mexicanos.
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