La banalidad del autoritarismo
«Hemos llegado a un punto donde es necesario preguntarse si la democracia como sistema funcional- no solo como ideal- debe de estar por encima de todas las cosas, simplemente porque consideremos que es el único camino que nos aleja de la barbarie, de la guerra y de la explotación».
Marcial Vázquez
Politólogo
Viernes, 23 de mayo 2025, 00:01
Desde hace ya algunos lustros, Eurovisión ha dejado de ser un festival de canciones para convertirse en un circo de los horrores que certifica la ... decadencia moral, ética, estética y espiritual de este continente antaño cuna de la civilización occidental. Una de las peores consecuencias del estercolero en el que se está convirtiendo Europa es el uso, en muchos casos con bastante éxito, por parte de la extrema derecha y los nacionalismos más xenófobos de la pérdida absoluta de rumbo del futuro de los europeos. O, mejor dicho, más que la pérdida de rumbo, el rumbo certero al que nos dirigimos. La canción que llevó España era una porquería casi sin paliativos, pero a favor de Melody podemos decir que basta poner los 40 principales para sentir que vives en el III Reich musical; esto es la modernidad y así sienten los jóvenes de ahora.
Hablando del Reich y de la extrema derecha, vengo leyendo artículos en los últimos meses donde se alerta de una especie de retorno de la esencia nazi con nuevos aromas estéticos, sin que se especifique nunca por parte de estos autores la otra cara de la moneda: el creciente autoritarismo de gran parte de la izquierda como explicación principal de la reacción opuesta. Yo siempre he estado a favor de dejar fuera del juego político a los extremos. Pero lo que no podemos aceptar es que se le pida ese esfuerzo siempre a la derecha, porque para algunos nunca existe una izquierda antidemocrática. Hemos llegado a un punto donde es necesario preguntarse si la democracia como sistema funcional- no solo como ideal- debe de estar por encima de todas las cosas, simplemente porque consideremos que es el único camino que nos aleja de la barbarie, de la guerra y de la explotación. La respuesta es peligrosa, porque si decimos «sí» corremos el riesgo de corromper ese ideal democrático para justificar cualquier cosa con tal de defenderlo; si decimos «no», entonces debemos explicar qué existe más importante para una sociedad libre e igual que la democracia liberal.
Hablando de la teoría política, nos llegan ahora semanas de humor barato con esto del cónclave pepeiro, con Raxoi diciéndonos que humildemente él es mejor que Pedro, y que el Pepé Today va a rearmarse ideológicamente. Para eso aportarán todos sus ideas menos Cayetana, que es la que más y mejor ideas tiene, aunque quizás sean tan puras que su puesta en práctica llegue a ser poco menos que imposible. La cuestión es que el centrismo soplagaitas no necesita nuevos cuentos para la ciudadanía porque lo único que anhela es el poder, y para eso están esperando el taxi que los lleve a Moncloa ya que no existe idea más poderosa que el odio a Pedro Sánchez. Nos pueden maquillar como quieran el camino, pero el ente BorjaCucaPons incapacita a la derecha como alternativa útil para los españoles, por no hablar de lo mayor y desgastado que pilla todo esto a Feijoy.
Pero la teoría, o las ideas, son necesarias en la política, porque es imposible una práctica sana si no nace de un pensamiento adecuado. Otra cosa es eso que los políticos llaman «mis principios», que casi siempre esconde un único final: el cargo público. Tengo la impresión de que en este siglo la democracia se defenderá mucho mejor por sus finales que por sus principios, aunque esto sea tarea destinada a personas de enorme valía y valentía que quizás aún no han nacido. Nos hablaba Juan José Linz- los analfabetos con escaño pueden buscarlo en Wikipedia- de la importancia de los demócratas leales para la defensa de una democracia sana y fuerte. De ahí que nos alertase de los demócratas semileales como los más peligrosos para nuestra libertad. Vivimos en una era donde se banaliza el autoritarismo, y nadie quiere contar cuántos demócratas leales versus semileales tenemos en los Parlamentos porque vamos perdiendo.
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