Valladolid
El festival literario 'Blacklladolid' tiene algo único: glamur, fiesta, belleza, cariño y delicadeza
Manuel Vilas
Martes, 23 de septiembre 2025, 23:01
Parafraseando al célebre libro 'París era una fiesta', de Ernest Hemingway, bien puedo decir que Valladolid es una fiesta de la literatura. Desde hace unos ... años los escritores Dolores Redondo y Cesar Pérez Gellida convierten Valladolid en una maravilla de festival literario, al que han bautizado como 'Blacklladolid', y el de este año ha estado dedicado a la relación de la literatura con la gastronomía. El origen del festival, como su sobrenombre indica, es la novela negra, pero se ha extendido a toda manifestación literaria de interés. Los actos y las charlas se celebran en el Castillo de Fuensaldaña, que es un lugar arquitectónicamente prodigioso, noble, lleno de historia. Las charlas tienen lugar en el hemiciclo de las cortes de Castilla y León. Hay algo único en este festival, algo que yo no había visto en ningún otro evento de estas características: el glamur, la fiesta, la belleza, el cariño, la delicadeza.
Dolores y César eran conscientes de que la literatura necesitaba un festival en donde los escritores fueran tratados como si fuesen artistas de cine. Y esto, de verdad, se agradece. No es que los escritores queramos ninguna gloria que no nos merezcamos. Pero alguien puede explicarme por qué el cine o el teatro o la música son visibilizados social y mediáticamente con glamur y sofisticación y, en cambio, la literatura tiene una visibilidad pública ñoña, pobretona, en blanco y negro. Pues bien, eso no pasa en 'Blacklladolid', y así el espíritu de la literatura gana en fantasía y creatividad. Los escritores son recibidos, a la entrada del castillo, por los lectores que les aplauden.
No solo de pan vive el hombre, se dice en la Biblia. No solo de libros vive un escritor, se dice en 'Blacklladolid'. Todos necesitamos cariño y elegancia y magia. Los escritores estamos acostumbrados a recibir de las instituciones culturales un trato rutinario, de frialdad administrativa. Por eso, cuando uno llega a este festival, se queda con la boca abierta y comienza a pensar en no ir ya más a ningún evento literario en donde la figura del escritor sea tratada sin cariño, sin decoro, sin amor, sin entusiasmo. Me llevo a Valladolid en el corazón. Coincidí además con Mikel Santiago, un escritor maravilloso y un hombre de gran sentido del humor. Y ver a Dolores Redondo siempre es motivo de alegría. La siento cercana, excelente compañera de oficio, y una mujer de una inteligencia extraordinaria. Espero volver el año que viene, porque Valladolid es una fiesta.
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