Un tráiler de Peckinpah
¿Qué resuelve con 15 millones de balas la menetérica, si en España nos acercamos a los 50 millones?
Manuel Pedreira Romero
Viernes, 25 de abril 2025, 23:35
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Manuel Pedreira Romero
Viernes, 25 de abril 2025, 23:35
Es que no hay por dónde cogerlo. Son quince millones de balas israelíes para la Guardia Civil y, más allá de las implicaciones morales, de ... la hipocresía, de las guerras fraternas entre los partidos del Gobierno y los partidos de Sumar, de los dimes y de los diretes, nadie ha reparado en el error de cálculo, grueso como un chiste de Arévalo. ¿Qué resuelve con 15 millones de balas la menetérica, si en España nos estamos acercando a los 50 millones de criaturas? La discrepancia entre la munición y las presas es caudalosa y difícil de enjuagar. Ya no es cuestión de los señores del tricornio afinen su puntería y no malgasten ninguna bala, es que se les están exigiendo imposibles, milagros más propios de Matrix que de nuestra gris realidad patria. Marlaska pretende que un solo proyectil baste para darle pasaporte a tres criaturas. Tres criaturas y el brazo de una cuarta. Y sin un fallo. ¿Cómo se come eso, prenda?
La munición es así, la carga el diablo. En este caso, el ministro que antes fue juez (lo fue, créanselo, y lo peor es que cualquier día volverá a serlo) decidió llenar los polvorines de España con balas de Netanyahu después de que su gobierno asegurara meses atrás que de ninguna manera, que por ahí no, que por ahí nunca. Convencido Marlaska de que también en esto su jefe podría cambiar de opinión, de que estaba al caer el momento en que Sánchez rectificaría la rectificación rectificada, se anticipó y dio curso al contrato de las balas sin prever la balacera que vendría después. Y se ha quedado agarrado a la brocha, atravesado por un descrédito colosal que no tendrá consecuencias porque aquí, pase lo que pase, nunca pasa nada. Y lo que pasa es que España deberá pagar 6,6 millones de euros a cambio de nada porque esas balas, a 43 céntimos la unidad, no llegarán nunca a los cargadores y habrá que ir a comprárselas a otro genocida o tirar de wallapop.
Sucede que fue Sánchez quien cambió de opinión y le dijo al ministro que siguiera adelante con el contrato. Conoce a Yolanda como la palma de su mano y sabía que se limitaría a sonreír, a invocar al papa y a insistir en que la coalición de gobierno no peligraba. Y nunca peligrará porque sencillamente no tiene adonde ir, pero en esas se metió Maíllo de por medio y se armó la tremolina.
Quince millones de balas son muchas balas. Hay películas de Peckinpah que con eso no te da ni para el tráiler, pero en la vida real de un país que no está en guerra suena a muchas balas. Encima, son del calibre 9 mm parabellum, una de esas nomenclaturas que aprendimos en las nucas agujereadas de tanta gente inocente. Quince millones de balas. Quizás sean hasta pocas.
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