Pasar de lápiz a boli
El tal Santos nunca existió, fue un ectoplasma que vagó, medró y trincó sin que nadie lo advirtiera
Manuel Pedreira Romero
Viernes, 4 de julio 2025, 23:22
En el chiste, el chorizo fingía espantarse al comprobar que un cerdo se le había subido a los hombros sin haberse percatado de la circunstancia ... hasta que un avispado guardia civil le preguntaba por su sabroso acompañante. ¡Quita bicho!, exclamaba el caco. ¡Quita bicho!, exclaman los halcones del PSOE cuando alguien les menta a Santos Cerdán, como si el secretario de organización del partido hasta hace tres semanas hubiese pintado en Ferraz y en el Gobierno lo mismo que un cenicero recuerdo de la ciudad encantada de Cuenca. Patxi López tuvo el cuajo de avalar la intachable ejecutoria del PSOE en este asunto con el argumento de que la persona que había sido enviada a prisión por el juez del Supremo ya no militaba en el partido socialista. Una excusa que también compartió el otro López, de nombre Óscar. Estupefaciente.
Nadie conoce al tal Santos (el bicho). No les suena ni la cara pese a que la ignominiosa foto que inmortalizó la traición gestada en unos sofás de Bruselas, piedra fundacional de la legislatura, va camino de salir más veces en los papeles que la de la niña del napalm. Pues nada, que el tal Santos (el bicho) nunca existió, solo fue un mal sueño, un ectoplasma que vagó, medró y trincó por los pasillos del poder sin que nadie lo advirtiera. Tampoco lo conocen en Navarra, donde ha empezado a desaparecer de las fotografías oficiales. Stalin se erigió como un pionero del photoshop hace casi un siglo cuando purgó a Trotski de las instantáneas del régimen. El pequeñín de la perilla y las gafas que tanto peso tuvo en el triunfo de la revolución bolchevique acabó exiliado primero, eliminado de las fotos después y, finalmente, asesinado. Ojo con eso, Santos.
Ahora es María Chivite la que ha pasado del llanto el día que se destapó el presunto mangazo de su antaño camarada a la huida de cualquier vinculación, incluso gráfica, con el inquilino de Soto del Real. La maniobra, como todas en este caso, es burda y artera. Es un engaño igual que era un engaño la goma aquella que decían que borraba lo escrito a bolígrafo. Mentira. Destrozaba el papel pero la marca seguía ahí como un testigo mudo de la existencia de pecados sin absolución posible. Hay decisiones que no admiten vuelta atrás. El día que te pasan de lápiz a boli en el colegio, la vida empieza a irse a la mierda. Como se ha ido definitivamente al carajo este chiringuito, que ha amparado el trapicheo del bicho hasta que la UCO le ha hecho la auditoria a los aledaños de Mr. Handsome.
El photoshop no basta para resucitar las conciencias. Y esto ya es un páramo de cadáveres. Pero lo malo no eso. Lo chungo es que un día de estos se enfadará de verdad Yolanda Díaz y será capaz de cualquier cosa. Incluso de seguir en el Gobierno.
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